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Especial
RAZONES PARA ALABAR AL SEÑOR
El Salmo 111 está lleno de razones para alabar al Señor y nos brinda consejos para usar en todo momento. Veremos algunos de los cuales Él nos permite conocer. Seguramente, si usted responde a los toques del Espíritu Santo, tendrá éxito en la fe en Cristo Jesús.
CÓMO ALABAR: Alabaré a JEHOVÁ con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos (Salmo 111:1). El mandamiento es alabarlo, y eso significa reconocer sus atributos y su amor por nosotros. Cuando lo magnificamos, nos alimentamos del Pan del Cielo, crecemos en nuestro entendimiento y obtenemos la fuerza necesaria para salir victoriosos. La alabanza –que es decorosa y conviene a quienes reconocen las obras del Señor en beneficio de los suyos– debe ofrecerse de todo corazón en la congregación de fieles y justos. ¡Alabado sea el Señor!
GRANDES OBRAS: Grandes son las obras de JEHOVÁ, buscadas de todos los que las quieren (Salmo 111:2). Cuando nos dirigimos a Dios en oración, debemos pensar en Él como el Todopoderoso, que no escatima ningún poder para sacarnos de cualquier problema. Sus obras son grandes y buscadas por quienes las disfrutan. Desafortunadamente, muchas personas no están dispuestas a buscar al Altísimo y, por lo tanto, sufren. Prefieren pasar diez o más horas con el pecho abierto en cirugías peligrosas, creyendo que los médicos harán todo lo posible. Se niegan a pasar las mismas horas en oración, haciendo un examen introspectivo para que el Padre les muestre el camino a seguir.
JUSTICIA PARA SIEMPRE: Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre (Salmos 111:3). Vea: sobra capacidad en el Señor en Sus acciones. Sin embargo, si no prestamos atención a esta verdad, aceptaremos algo mal hecho, pensando que viene de Dios. Mire, Él tiene condiciones de hacer mucho más de lo que pensamos o pedimos. Sus obras jamás serán deshechas o canceladas. Su justicia, la cual permanece para siempre, es el fin que Él desea dar al mal que oprime a Su pueblo.
SANTA MEMORIA: Ha hecho memorables sus maravillas; clemente y misericordioso es JEHOVÁ. (Salmo 111:4). Aquí hay otra bendición de Dios: nos hace recordar las maravillas que Él ha hecho a nuestro favor. Nunca podemos olvidar que el Padre es piadoso, porque se compadece de las personas que están en la miseria y en el pecado. El Señor no quiere que sigamos caminando hacia el Juicio como candidatos a la perdición, sino como hijos redimidos listos para estar con Él eternamente.
PAN A LOS QUE TEMEN: Ha dado alimento a los que lo temen; para siempre se acordará de su pacto (Salmo 111:5). Temer al Señor es una virtud indispensable, recompensada con la comida que Dios da a los que le temen. Quiere que vivamos con poder, no solo que sobrevivamos. Su deseo es que ganemos y, así, manifestemos sus dádivas. La Alianza hecha en la sangre de Cristo nunca será olvidada ante el Padre. En ella, tenemos lo que se necesita ahora o en el futuro.
PODER DE LAS OBRAS: El poder de sus obras manifestó a su Pueblo dándole la heredad de las naciones (Salmos 111:6). Al leer las Escrituras, nos damos cuenta de que, en los relatos de los hechos divinos, hay poder para repetir en nuestras vidas lo que se ha realizado desde la creación. No debemos temer las dificultades de la vida cotidiana, sino, basados en la fe, superarlas en el Nombre de Jesús. Después de todo, tenemos la herencia de las naciones. ¡Al Señor sea la gloria!
VERDAD Y JUICIO: Las obras de sus manos son verdad y juicio; fieles son todos sus mandamientos (Salmo 111:7). El hecho de que el Señor actúa en Su Iglesia es incuestionable, pero esto es lo que muchos de Sus siervos no saben: todas las obras del Señor son verdad y juicio. Ahora bien, los mandamientos que ha dado a sus fieles siempre están entrando en acción en la vida de aquellos que respetan al Todopoderoso. ¡En todo, somos más que vencedores!
NO CAMBIAN: Afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y rectitud. (Salmo 111:8). Trate de comprender lo que Dios quiere hacer en su vida. Las acciones divinas permanecerán y serán como trofeos para quien las consiga. Si dentro de muchos años el enemigo le ataca con los síntomas de alguna enfermedad, nunca se aparte de su fe en Cristo, porque la respuesta del Señor a su oración fue enviada en verdad y rectitud. No hay nada que temer; así que nunca acepte que algo sucedió por casualidad. ¡Confíe en Dios!
NOMBRE TEMIBLE: Redención ha enviado a su pueblo; para siempre ha ordenado su pacto. ¡Santo y temible es su nombre! (Salmo 111:9). El Altísimo actúa a favor nuestro debido a la redención que nos ha enviado a nosotros, su pueblo. Cuando reconocemos a Jesús como nuestro Salvador, nacemos de nuevo; por lo tanto, nunca seremos expulsados de Su presencia. Su pacto con nosotros es definitivo, durará para siempre. Finalmente, el Nombre de Cristo es santo –nunca será manchado– y gana cualquier batalla. Ese Nombre es tremendo y hace realidad lo que las Escrituras prometen o garantizan que será nuestro. No usarlo con fe es cometer un completo error.
DA ENTENDIMIENTO: El principio de la sabiduría es el temor de JEHOVÁ; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; ¡su loor permanece para siempre! (Salmo 111: 10). Si tememos al Señor, respetando Su autoridad sobre todas las cosas, incluida nuestra vida, somos recompensados con el principio de la sabiduría. Quien vive la naturaleza del Reino de los Cielos se vuelve bienaventurado, feliz y será atendido. Nunca tendremos que orarle por la confirmación de Su Palabra, como si se hubiera olvidado. Entonces, viva lo mejor de Dios, sabiendo que la alabanza del Altísimo dura para siempre.
CÓMO ALABAR: Alabaré a JEHOVÁ con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos (Salmo 111:1). El mandamiento es alabarlo, y eso significa reconocer sus atributos y su amor por nosotros. Cuando lo magnificamos, nos alimentamos del Pan del Cielo, crecemos en nuestro entendimiento y obtenemos la fuerza necesaria para salir victoriosos. La alabanza –que es decorosa y conviene a quienes reconocen las obras del Señor en beneficio de los suyos– debe ofrecerse de todo corazón en la congregación de fieles y justos. ¡Alabado sea el Señor!
GRANDES OBRAS: Grandes son las obras de JEHOVÁ, buscadas de todos los que las quieren (Salmo 111:2). Cuando nos dirigimos a Dios en oración, debemos pensar en Él como el Todopoderoso, que no escatima ningún poder para sacarnos de cualquier problema. Sus obras son grandes y buscadas por quienes las disfrutan. Desafortunadamente, muchas personas no están dispuestas a buscar al Altísimo y, por lo tanto, sufren. Prefieren pasar diez o más horas con el pecho abierto en cirugías peligrosas, creyendo que los médicos harán todo lo posible. Se niegan a pasar las mismas horas en oración, haciendo un examen introspectivo para que el Padre les muestre el camino a seguir.
JUSTICIA PARA SIEMPRE: Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre (Salmos 111:3). Vea: sobra capacidad en el Señor en Sus acciones. Sin embargo, si no prestamos atención a esta verdad, aceptaremos algo mal hecho, pensando que viene de Dios. Mire, Él tiene condiciones de hacer mucho más de lo que pensamos o pedimos. Sus obras jamás serán deshechas o canceladas. Su justicia, la cual permanece para siempre, es el fin que Él desea dar al mal que oprime a Su pueblo.
SANTA MEMORIA: Ha hecho memorables sus maravillas; clemente y misericordioso es JEHOVÁ. (Salmo 111:4). Aquí hay otra bendición de Dios: nos hace recordar las maravillas que Él ha hecho a nuestro favor. Nunca podemos olvidar que el Padre es piadoso, porque se compadece de las personas que están en la miseria y en el pecado. El Señor no quiere que sigamos caminando hacia el Juicio como candidatos a la perdición, sino como hijos redimidos listos para estar con Él eternamente.
PAN A LOS QUE TEMEN: Ha dado alimento a los que lo temen; para siempre se acordará de su pacto (Salmo 111:5). Temer al Señor es una virtud indispensable, recompensada con la comida que Dios da a los que le temen. Quiere que vivamos con poder, no solo que sobrevivamos. Su deseo es que ganemos y, así, manifestemos sus dádivas. La Alianza hecha en la sangre de Cristo nunca será olvidada ante el Padre. En ella, tenemos lo que se necesita ahora o en el futuro.
PODER DE LAS OBRAS: El poder de sus obras manifestó a su Pueblo dándole la heredad de las naciones (Salmos 111:6). Al leer las Escrituras, nos damos cuenta de que, en los relatos de los hechos divinos, hay poder para repetir en nuestras vidas lo que se ha realizado desde la creación. No debemos temer las dificultades de la vida cotidiana, sino, basados en la fe, superarlas en el Nombre de Jesús. Después de todo, tenemos la herencia de las naciones. ¡Al Señor sea la gloria!
VERDAD Y JUICIO: Las obras de sus manos son verdad y juicio; fieles son todos sus mandamientos (Salmo 111:7). El hecho de que el Señor actúa en Su Iglesia es incuestionable, pero esto es lo que muchos de Sus siervos no saben: todas las obras del Señor son verdad y juicio. Ahora bien, los mandamientos que ha dado a sus fieles siempre están entrando en acción en la vida de aquellos que respetan al Todopoderoso. ¡En todo, somos más que vencedores!
NO CAMBIAN: Afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y rectitud. (Salmo 111:8). Trate de comprender lo que Dios quiere hacer en su vida. Las acciones divinas permanecerán y serán como trofeos para quien las consiga. Si dentro de muchos años el enemigo le ataca con los síntomas de alguna enfermedad, nunca se aparte de su fe en Cristo, porque la respuesta del Señor a su oración fue enviada en verdad y rectitud. No hay nada que temer; así que nunca acepte que algo sucedió por casualidad. ¡Confíe en Dios!
NOMBRE TEMIBLE: Redención ha enviado a su pueblo; para siempre ha ordenado su pacto. ¡Santo y temible es su nombre! (Salmo 111:9). El Altísimo actúa a favor nuestro debido a la redención que nos ha enviado a nosotros, su pueblo. Cuando reconocemos a Jesús como nuestro Salvador, nacemos de nuevo; por lo tanto, nunca seremos expulsados de Su presencia. Su pacto con nosotros es definitivo, durará para siempre. Finalmente, el Nombre de Cristo es santo –nunca será manchado– y gana cualquier batalla. Ese Nombre es tremendo y hace realidad lo que las Escrituras prometen o garantizan que será nuestro. No usarlo con fe es cometer un completo error.
DA ENTENDIMIENTO: El principio de la sabiduría es el temor de JEHOVÁ; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; ¡su loor permanece para siempre! (Salmo 111: 10). Si tememos al Señor, respetando Su autoridad sobre todas las cosas, incluida nuestra vida, somos recompensados con el principio de la sabiduría. Quien vive la naturaleza del Reino de los Cielos se vuelve bienaventurado, feliz y será atendido. Nunca tendremos que orarle por la confirmación de Su Palabra, como si se hubiera olvidado. Entonces, viva lo mejor de Dios, sabiendo que la alabanza del Altísimo dura para siempre.