Nueva vida sin cigarrillos
En cumplimiento del pedido
TRABAJANDO CON JESÚS
Profesionales cristianos de diversos campos hablan de la bendición de ejercer su cargo sin perder de vista el Reino de Dios
Carlos Fernandes
Desde la caída en el Edén, una sentencia divina ha acompañado a la humanidad a través de los milenios: Con el sudor de tu rostro comerás el pan (Génesis 3:19, parte a). La determinación del Creador fue una especie de punto de partida del trabajo humano. Si, en el estado de inocencia, la naturaleza amablemente proporcionó todo lo que Adán y Eva necesitaban para una supervivencia plena, de la desobediencia, solo el esfuerzo en sí mismo proporcionaría el sustento para cada uno. Por esta razón, es común ver a muchas personas considerar el acto de trabajar como un castigo, una maldición a cargar, que roba lo mejor de la vida y no siempre trae una recompensa justa. Ya en los primeros capítulos de la Biblia, vemos las ocupaciones más diversas –agricultura, ganadería, minería, prestación de servicios, transporte y comercio– que se utilizan para generar ingresos. La historia ha seguido su curso y la humanidad ha ocupado los sectores productivos con un objetivo principal: una supervivencia digna y honesta, en la que cada persona, a través de sus posibilidades y aptitudes, desempeñe su papel en el mercado.
Precisamente en esta variedad de ocupaciones está la belleza, porque los trabajadores están interconectados y son interdependientes: el comerciante vende productos a la empleada doméstica, quien recurre al servicio de un chofer para consultar al médico, quien a su vez, necesita un reparador del edificio donde vive, el cual se lleva la comida a la casa después de ser atendido por el cajero del supermercado, que vende productos de los agricultores, etc. De esta forma, la economía cambia y se produce riqueza. Corresponde al propio profesional hacer de su oficio más que una obligación, siendo también motivo de placer y satisfacción. Para los cristianos, esta relación es aún más especial, porque muchos textos bíblicos instan a los siervos del Señor a hacer todo lo que esté a su alcance para la gloria de Dios. Este es el caso de Silvano Amauri dos Santos, de 65 años, un experimentado oficial de farmacia. “Hoy, trabajo por placer y amo a mi profesión”, se regocija. Su establecimiento está, ahora, bien estructurado, fruto de años de práctica profesional que aprendió con su padre. Tanta tradición está impulsada por la demanda, la farmacia de Silvano incluso recibe clientes de otros municipios.
El comerciante conoció el Evangelio hace 45 años, pero en 2008 escuchó la voz de Dios, de manera notable, durante un programa del Dr. Soares. “En este momento, estaba en crisis”, dice. Posteriormente, pasó a formar parte de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. “Entiendo mi responsabilidad en la contribución con la obra del Altísimo”, enfatiza Silvano. “Desde entonces, he recibido muchas bendiciones”. Todos los días busca desempeñar un papel misionero: “Trato de orar por los clientes. Una vez, llegó a la farmacia, un hombre para que le aplicara un emplasto en la oreja; la lesión fue causada por cáncer. Le pregunté si aceptaba una oración. Cuando dijo que sí, inmediatamente fue sano y aceptó a Jesús como Salvador”. En la rutina de Silvano, la fe es un elemento fundamental: “Hablo del amor de Dios para clientes y empleados”.
La abogada Larissa Valéria de Souza Domingos Pereira, de 34 años, tiene en común con Silvano el entendimiento de que, en su profesión, puede y debe testificar sobre su fe. “Soy especializada en Derecho Laboral y Procesos Laborales por la Escuela de Magistrados Laborales y me dedico a las áreas de Familia, Civil y Laboral”, revela. Tal formación la convierte en una profesional respetada y solicitada, incluso en alianzas con oficinas de abogados, empresas y servidores públicos. “Amo lo que hago”, resume. Larissa comenzó su carrera en 2014, dos años después de tener un encuentro con Cristo. Desde entonces, la abogada ha asistido al templo de la IIGD. “A través de este trabajo, llegué a conocer la verdad que cambió mi vida y transformó a mi familia. El año pasado respondí al llamado del Señor, hice el curso y, desde entonces, soy colaboradora”.
Larissa cree que Dios la ha colocado en la carrera jurídica. “Así, pude estudiar y profundizar en ciertos temas, con el fin de resolver mejor los problemas de mis clientes. Esto es animador y edificante”. Se define a sí misma como una abogada cristiana y sus clientes lo saben: “Durante las consultas, mi posición es clara. No hay verdades a medias con respecto a mi puesto, y como resultado ya dejé de cerrar algunos contratos”. Sin embargo, ella no entiende este hecho como una pérdida: “Hay diferencias entre los que sirven a Dios y los que no. Hasta ahora, he gozado del favor del Señor”, garantiza. Por eso, Larissa nunca excluye la dimensión sobrenatural de lo que hace. “Trato de mostrarles a los clientes que es gracias a Dios que ganamos una causa, y están de acuerdo. Mi trabajo glorifica al Señor”.
“POLIVALENTE”
El apóstol Pablo, uno de los líderes más destacados del Nuevo Testamento, dejó en claro la necesidad de que los cristianos estén dispuestos a trabajar. Él mismo, aunque era predicador y misionero itinerante, hacía carpas, para no ser, según sus propias palabras, una carga para nadie. Al escribir a la iglesia de Tesalónica en el capítulo 3 de su segunda epístola, Pablo reprende a los que querían vivir a costa de los demás hermanos: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
El conductor Israel Ventura, de 61 años, dice que es polivalente: “He hecho de todo en mi vida”, se ríe. “Trabajé en energía hidroeléctrica, como operario de maquinaria, e hice un curso de técnico en Seguridad Ocupacional, pero no pude ejercer la profesión por un problema de salud”. A pesar de esto, Israel no se detiene. Actualmente, es asistente en el mercado de un amigo. “Hago entregas, pago los gastos y hago compras”, enumera. Dependiendo de la naturaleza del servicio, Israel va en automóvil o motocicleta y ve en estas actividades mucho más que un medio de vida: “Este constante ir y venir me da acceso a mucha gente y, cuando puedo, aprovecho para hablar acerca de la obra de Dios”.
Cualquiera que lo vea hoy, con tanta responsabilidad, no tiene idea de su conturbada trayectoria. “Era un borracho y hasta fumaba marihuana”, confiesa. Todo empezó a cambiar cuando la Palabra entró en su mente y corazón. Desde hace diez años, es miembro de la Iglesia de la Gracia durante diez años y asiste a las reuniones. “Tenemos que perseverarnos en el camino de la fe”, dice. “Dios me ha inspirado para hablar de lo que ha hecho en mi vida”. Así, Israel aprovecha la movilidad que brinda el servicio para sembrar el Evangelio. “Hay personas que llegaron a la Iglesia a través de esta actividad. Utilizo los mensajes de las redes sociales y de los libros del Dr. Soares”, informa satisfecho.
Esta disposición de Ventura para cumplir el Id de Jesús está en línea con el texto de Colosenses 3, versículos 23 y 24: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Esto es lo que destaca al pastor Rafael Huppes Plassini, de la Iglesia de la Gracia. “El cristiano es un siervo de Cristo incluso en su empleo”. En su caso, doblemente, ya que actúa como ministro del Evangelio a tiempo completo. “La prioridad de un pastor es cuidar las almas, estar disponible para guiar a los miembros de la Iglesia y visitantes en el camino de la fe en Cristo, lo cual suena simple, pero es una tarea ardua porque va más allá del púlpito. Para ministrar la Palabra y servir a las personas hay una vida de consagración, oración y estudio de la Biblia”, reflexiona. “Además de la dedicación espiritual, el pastor administra la iglesia, ya que hay compromisos económicos que cumplir y un equipo de trabajadores que necesita ser acompañado para el buen funcionamiento de la congregación”.
Si bien el púlpito no es, en el pleno sentido de la palabra, un lugar de trabajo, para un pastor dedicado, la aptitud es necesaria, como lo es en todas las ocupaciones humanas. El pastor Rafael se convirtió a los 15 años –hoy tiene 34–, está casado y tiene una hija pequeña. Pronto, mostró interés por los mensajes predicados por el Dr. Soares: “Los seguía a diario, tomando notas”, recuerda. Comenzó a asistir a las reuniones y se bautizó, pero quería algo más. Durante unos ocho años, sirvió a la iglesia como colaborador y, después de completar sus estudios, fue despertado al ministerio, animado por el pastor. “Resistí por un tiempo, pero fui ‘vencido’ por la Palabra y acepté el llamado a los 23 años”. Así que ya han sido más de diez años de exitosa experiencia espiritual y profesional.
DIRECCIÓN CORRECTA
Conocer las nuevas posibilidades y no dudar en cambiar de campo, si es necesario, son dos de las principales recomendaciones de los expertos en el mercado laboral y recolocación profesional. Después de todo, la época en que un empleado comenzaba con un pequeño cargo en la empresa, subía de rango, luego era ascendido a jefe de sección y terminaba su carrera, décadas después, como gerente parece haber quedado atrás. Hoy, lo que se espera de los profesionales es versatilidad, voluntad de afrontar retos y adaptabilidad. La administradora de empresas Keli Cristina Martins Ribas, de 43 años, sabe muy bien de qué se trata. Hace seis años, cambió de puesto en una multinacional para aventurarse en nuevos mares. “Vi una oportunidad para emprender en un nicho de mercado abandonado, el de la asistencia técnica a los propietarios de embarcaciones”, dice.
En poco tiempo, la empresa dio otro giro. “Los mismos clientes empezaron a pedirnos barcos para comprar y nosotros empezamos con la venta. Como es más rentable vender, paramos con la asistencia”, explica la empresaria. Hoy, Keli y su esposo dirigen su propia empresa, Brasil Náutica Yachts. Convertida a la Iglesia de la Gracia durante 19 años, no siguió ninguna religión antes de eso y entró en el Evangelio de cuerpo y alma. Keli logra equilibrar el tiempo entre las exigencias del comercio de barcos y la presencia en los servicios, donde es ministra de alabanza. Siempre que es posible, invierta en dos frentes al mismo tiempo: la empresa y el Reino de Dios. “Pude hablar del amor del Padre a un joven que estaba en un puerto deportivo que visitamos por trabajo. Su padre había muerto a consecuencia del covid-19 y su mamá estaba muy enferma, hospitalizada por la misma enfermedad. Le enseñé a ese joven a orar y a reprender el mal”. Un mes después, en otra visita, Keli Cristina se enteró de que se habían seguido sus consejos y que la mamá del hombre estaba sana.
Llena de fe y disposición, sabe que las promesas del Señor son de bendición, dejando que cada uno haga su parte para hacerlas realidad. De este modo, espera lo mejor de Dios en su vida profesional. “Aún no hemos alcanzado nuestro objetivo final, ya que estamos esperando un mejor momento para invertir más. Sin embargo, nos complace ver cómo el Padre nos ha honrado. Estamos prosperando, porque el Señor nos da la dirección correcta”.