La Iglesia de la Gracia llega a Rumanía
Oración del Patrocinador – 29
ALIENTO DIVINO
La ex agricultora se convierte en emprendedora, deja un estilo de vida sedentario y gana en las pistas de atletismo
Carlos Fernandes
La mayoría de las personas saben que necesitan estar más saludables, pero no encuentran la fuerza y la motivación para dejar de ser sedentarias. Con esto, se acumulan problemas circulatorios y metabólicos, engrosando las estadísticas que hacen de Brasil uno de los “campeones” mundiales en obesidad y enfermedades cardíacas. La emprendedora autónoma Eliene Pereira de Oliveira dos Santos hizo esta transición y se siente mucho mejor. Tras entregar su vida a Cristo, vio al Señor bendecir a su familia y su situación económica y encontró una forma de vida en la actividad física.
Su historia recuerda al personaje de Forrest Gump, interpretado por el actor Tom Hanks en la película del mismo nombre. En el largometraje, que alcanzó éxito de taquilla, el protagonista, un determinado día, comenzó a correr, y nunca se detuvo. Eliene actuó de manera similar, pero presionada por las circunstancias. Con sobrepeso –pesaba casi 100 kg–, la entonces agricultora siempre se sentía agotada, padecía hipertensión y arritmia cardíaca. Una vez, su presión subió tanto que paralizó el lado izquierdo de su cuerpo. “Fue el comienzo de un derrame cerebral”, recuerda. En ese momento, además de su debilidad física, Eliene tenía una rutina difícil: “Trabajaba mucho y ganaba poco en los campos de papaya y café”, comenta.
Su trayectoria comenzó a cambiar hace unos dos años, cuando aceptó una invitación de un amigo para participar en un servicio. En ese momento, Eliene estaba lejos de la fe. En la reunión, conoció a miembros de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios y al pastor Robson, ahora su ministro. No solo asistía asiduamente a las reuniones, sino que también se convirtió en colaboradora de la casa del Señor. Al mismo tiempo, ingresó en una actividad profesional autónoma. “Trabajo para mí. Vendo ajo y condimentos en la feria y en mi casa”. Casada y mamá de cinco hijos, Eliene dice que los ingresos hacen que la familia se sienta más cómoda.
Un determinado día, desanimada por su condición física, le pidió a Dios dirección: “Estaba cansada de sufrir tantos problemas de salud. De repente, me dieron ganas de caminar”. Comenzó con pequeños recorridos, sin embargo, la experiencia se hizo un hábito. Seis meses después, Eliene había perdido mucho peso y se animó a correr. “Poco a poco me fui dedicando y terminé uniéndome a un equipo”, dice. Un año después, ya con una preparación física digna de un deportista, ganó su primer trofeo. Luego vinieron otros. No obstante, el mayor logro fue la autoestima y la salud. A los 43 años, corre junto a su esposo y participa en competiciones casi todos los meses. Es el aliento divino.