La Iglesia de la Gracia llega a Rumanía
Oración del Patrocinador – 29
DE LA MUERTE A LA VIDA
El electricista cuenta como escapó de un gravísimo accidente
Carlos Fernandes
Marques Santos de Santana puede decir que nació de nuevo dos veces: una, cuando tuvo un encuentro con Jesús, hace unos cinco años; y otra, en mayo de este año, cuando fue en contra de las expectativas médicas y se recuperó de un gravísimo accidente que sufrió unos tres meses antes. A los 23 años, casado y padre de un niño, agradece al Señor por la segunda oportunidad de vivir. “Perdí el conocimiento durante varios días después del accidente”, dice. Ahora, el joven está en fisioterapia y revisiones de las cirugías. “Gracias a Dios estoy bien”, dice, aliviado.
Marques, electricista industrial, volvía de trabajar en un municipio cercano a la ciudad donde vive. Como siempre hacía, usaba una motocicleta. Sin embargo, esta vez, él no llegaría a su destino. Un automóvil chocó contra su vehículo y lo golpeó muy fuerte. “Me quedé pegado de la mochila al neumático trasero del vehículo”. Marques fue dado como muerto. “Cuando me desperté, me estaban transfiriendo de hospital”.
El resultado del terrible impacto fue la perforación de los pulmones, con una gran pérdida de sangre, fractura de mandíbula y otras lesiones, incluida una clavícula dislocada. Comenzó un largo y doloroso proceso de recuperación, y desvaneció en su fe: “Ni siquiera podía comer bien. Me desesperé”. No obstante, como sucedió durante el encarcelamiento del apóstol Pedro, hubo una incesante oración de la Iglesia a favor de Marques.
Hoy, mirando hacia atrás, considera la importancia de esta intercesión. Gradualmente, retomó su vida normal, que incluye la asistencia frecuente a los servicios dominicales. “Durante la semana, se pone difícil por el trabajo”, observa el joven, que se unió al grupo de alabanza de la Iglesia de la Gracia. Está agradecido por todo. Al final, para quien casi tuvo truncada su vida por la imprudencia de los demás, estar vivo, trabajar y jugar con el pequeño Kaleb, su hijo de un año, son bendiciones inconmensurables.