La Iglesia de la Gracia llega a Rumanía
Oración del Patrocinador – 29
ALIENTO DE VIDA
El Pr. Felipe Escobar fue sanado de covid-19 por el poder del Espíritu Santo
Viviane Castanheira
Entonces Jehová Dios […] sopló en su nariz aliento de vida (Génesis 2:7). Este texto ilustra la experiencia del pastor Felipe Escobar, de 39 años, pastor en la Iglesia de la Gracia. En julio de 2020, le diagnosticaron covid-19 y estaba gravemente debilitado. Al tener dificultad para respirar, caminar y realizar actividades sencillas, clamó a Dios para que le restaurara el aliento.
Justo al comienzo de la nueva pandemia de coronavirus en Brasil, hospitales, clínicas y puestos de salud se colapsaron en medio de tantos casos graves de la enfermedad. “Pensé que tenía una gripe fuerte, pero las cosas empeoraron. Perdí la fuerza incluso para levantarme. Así que fui al hospital. Parecía una escena de película: vi a jóvenes y ancianos desesperados, sintiéndose muy enfermos. Hice varios análisis y me dijeron que esperara los resultados en casa”, dice.
A la mañana siguiente, llamaron para pedirle a Felipe que regresara al hospital de inmediato, ya que las pruebas estaban listas. No solo se había infectado con el nuevo coronavirus, sino que el 70% de sus pulmones se había visto comprometidos. “Por temor a la intubación, decidí no regresar. Allí comenzó una pelea de dos meses. Mi esposa me cuidó todo el tiempo. Después de 15 días acostado, traté de levantarme para darme una ducha, pero fue uno de los peores momentos. Casi morí. El menor esfuerzo provocó una tos ahogante. Incluso tomando la medicación indicada, los síntomas se mantuvieron”, relata el predicador. “Por la noche, dormir era difícil y parecía ser el fin. Pensaba en mi esposa y nuestros tres hijos. Le pedía a Jesús que me liberara de aquello”, recuerda Felipe, padre de Luiz Felipe, de 18 años, Pedro Henrique, de 12 y Celso Vitor, de 10. El menor tiene necesidades especiales y preocupaba a la familia. “La cama de Celso está ubicada en nuestro cuarto y nunca debería estar allí. Sin embargo, permaneció con nosotros todo el tiempo y no se contaminó. Cristo lo cuidó”, recuerda.
Laureane Fonseca de Escobar, casada con Felipe durante 19 años, temía por su esposo. “Pensé que se iría, pero al mismo tiempo, recordé las promesas de Dios. El Espíritu Santo me consoló y me mantuve firme”, revela el ama de casa de 36 años.
Y llegó la victoria. Después de 60 días de lucha, el pastor oró: “Jesús, el hombre tuvo vida cuando Dios sopló en su nariz. ¡Sopla en el mío, para que también pueda vivir!”. Esa noche, respirando con dificultad, Escobar sintió el toque del Espíritu Santo. “Sentí un calor acercándose a mi cara y sentí un aliento en mi nariz. ¡Fue un alivio! Parecía que cada cinco minutos esa presencia se acercaba y me soplaba en la nariz; fue algo muy bueno”, recuerda Escobar. Él creía que esa ayuda provenía de su esposa. “Cuando me desperté, me sentí fuerte y pude sentarme en la cama solo. La desperté y le di las gracias por soplarme en la cara. Ella comenzó a llorar y dijo que no lo había hecho”. La verdad, Laureane se había puesto en acuerdo con la oración de su esposo. “Le pedí a Dios que, al igual que hizo con Adán, que le diera el aliento de vida. El Consolador me llevó a la misma oración que Felipe, para que se cumpliera la Escritura: Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”, enfatiza Laureane, citando Mateo 18, versículo 19.
Después de la intercesión, el Señor visitó a Su siervo. “Me sometí a nuevos análisis que demostraron mi sanidad. La enfermera lloró porque el equipo de salud vio a muchos morirse de Covid. Ella se alegró de verme bien. Nuestro mejor Amigo me dijo: ‘Te sané desde el primer aliento’, y le respondí: ¡Yo creo, Señor!”, testifica Felipe, pastor desde hace 17 años. Recuperado, está de regreso en la obra del Señor, por el poder del Espíritu Santo.