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BENDICIONES PARA MAMÁ E HIJA
Eliete cuenta cómo ella y su familia fueron bendecidas el año pasado
Carlos Fernandes
Hay momentos en que llegan las pruebas. Sin embargo, es mejor experimentarlas de la mano del Maestro. El último año de la recepcionista Eliete Batista fue de tribulaciones en la salud y la vida familiar. Pero, en lugar de desesperarse, recurrió a las promesas de la Palabra. En varios pasajes, la Biblia asegura a los siervos fieles la presencia constante del Señor, como es el caso en este texto: No temas, porque yo estoy contigo, registrado en Isaías 41:10.
En 2020, Eliete pasó por la angustia de ver a su hija Jéssica siendo perseguida en el trabajo. Operadora de Call Center, fue contratada por una empresa y, meses después, un gerente comenzó a acosarla, dándole responsabilidades que no eran de ella. “Hubo acusaciones absurdas”, dice Eliete. “Mi hija ni siquiera tenía tiempo para almorzar o ir al baño”. Los episodios de llanto eran constantes y la joven desarrolló una situación de tristeza, que incluso afectó sus estudios.
Creyendo en la intervención divina, Eliete entró en oración. Miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios durante diez años, buscó la ayuda del Señor. “Le pedí que le abriera otra puerta de empleo, porque no podía soportar verla sufrir. Así que escuchó mis súplicas”. Hoy, con una fe renovada, Jéssica ocupa un nuevo puesto de trabajo, con un salario más alto y un horario regular.
Ese mismo año, Eliete enfrentó otro desafío. “En diciembre, comencé a sentir mucho dolor en el pecho y la espalda”, recuerda. Lo que parecía ser un malestar transitorio era algo grave: las primeras pruebas mostraron nódulos calcificados en el lóbulo medio del pulmón derecho. Una tomografía computarizada confirmó que existía riesgo de cáncer. “Se me indicó que me sometiera a exámenes periódicos. Cuando vi el diagnóstico, me sentí angustiada. Sabía que eso era algo malo”.
En oración y viendo el programa S. O. S. de la Fe –idealizado por el Dr. Soares, este programa debutó precisamente durante la pandemia–, Eliete mantuvo la esperanza: “Los testimonios de las personas que hacían el propósito del Agua Consagrada me motivaron y participé también, determinando mi sanidad”. En septiembre, cuando se sometió a nuevos análisis, creyó en el milagro y Dios la honró: no había ningún signo de enfermedad. “Me siento de buen humor y fortalecida en Cristo”, celebra.