Más que vencedores
Bendiciones para mamá e hija
DANZANDO PARA EL REINO
Los miembros de la IIGD alaban a Dios con coreografías que transmiten el amor de Jesús
Viviane Castanheira
Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron detrás de ella con panderos y danzas. Y María repetía: “Cantad a Jehová, porque se ha cubierto de gloria; ha echado en el mar al caballo y al jinete.” (Éxodo 15: 20,21). La Biblia está llena de pasajes sobre cómo los siervos del Señor lo adoraron con danzas. En el texto de Éxodo, la profetisa María y los demás hebreos elogiaron al Altísimo, agradecidos por haber logrado deshacerse de los egipcios de manera milagrosa, a través de la apertura del Mar Rojo.
En los tiempos bíblicos, para demostrar su alegría, los israelitas danzaban en la presencia del Señor. Este tipo de adoración no está estancado en el pasado. Hoy en día, muchas iglesias utilizan este tipo de adoración. En la sede de la Iglesia de la Gracia en Rio Branco, Acre, el grupo Danzando para Cristo participa activamente en las reuniones y programas desde hace 17 años. Liderado por la enfermera Denemur de Souza Araújo, de 24 años, el grupo está formado por 16 jóvenes, de 15 a 24 años. “Hay tres requisitos previos para participar: obediencia, santidad y compromiso. Además de estar bautizado y tener al menos 15 años. Somos colaboradores, por eso tenemos que estar dispuestos a servir”, dice Denemur, integrante del equipo desde hace ocho años.
La joven enfermera siempre se dio cuenta del llamado de Dios a este ministerio y siente “algo inexplicable” cuando ministra: “Es un movimiento sobrenatural en mí, como un canal divino, llevando alegría y sanidad a través de la danza”, dice Denemur.
La vocación es un elemento decisivo para participar en cualquier ministerio de la Iglesia. Cuando, además, hay pasión por el oficio, todo mejora. “Siempre fui apasionada por el arte. Cuando era niña, tuve la oportunidad de comenzar en el ministerio de danza. Allí, aprendemos que la adoración es más que palabras y canciones; podemos adorar al Señor en santidad y temor con nuestro cuerpo. Así comenzó mi camino, uniendo el arte con la Palabra. Encontré un lugar para expresar mi amor a Dios”, dice Ana Carolina Rosa, de 27 años, miembro de la IIGD. Carolina dice que no hay requisitos técnicos previos para ser parte del grupo, sino una vida de santidad. El ministerio que integra tiene personas de diferentes edades, desde jóvenes y adolescentes hasta mujeres maduras, la mayor tiene 72 años. “Priorizamos el corazón que arde por este grupo y el deseo de participar. La habilidad y el don vienen de Dios”.
Según Carolina, el ministerio de danza es algo serio: “No es para el entretenimiento ni el tiempo de ocio de la Iglesia, sino una vocación. Por tanto, debe ejercitarse con amor. Esta es nuestra forma de predicar, de mostrar nuestros sentimientos y lo que Cristo ha hecho en nosotros, a través de la libertad del Espíritu Santo. Podemos danzar y tocar muchas almas a través de la unción derramada en nuestras vidas”, enseña.
Al igual que en la IIGD en Gaivotas, el ministerio de danza en la sede de la Iglesia de la Gracia en Salvador, Bahía, tiene mujeres de diferentes grupos de edad. En la capital bahiana, hay dos grupos: uno está vinculado a los jóvenes y el otro al grupo Mujeres que Vencen. En este, las integrantes tienen entre 36 y 51 años. Cristiane Nascimento de Jesus, de 36 años, es la líder del grupo, que existe desde hace cuatro años: “Decidí participar en un período difícil de mi vida, y este trabajo fue como un punto de inflexión utilizado por Dios para mantenerme firme”, dice la vendedora, confiada en la acción sobrenatural en medio de las coreografías. “Somos instrumentos, canales de bendición. Varias veces, tuvimos testimonios de hermanos sanados y liberados después de una de nuestras ministraciones. La gente llora al final de la presentación. La alabanza y la danza hablan, pero para eso es necesaria la consagración, el compromiso con Dios y el amor a las almas”, enfatiza Cristiane.
Tocar el corazón de la audiencia es el principal objetivo. Para la líder del ministerio de danza en la sede de la IIGD en Curitiba, Paraná, no es diferente. La periodista Samia García Martins, de 28 años, se unió al grupo con el objetivo de llevar la Palabra y las enseñanzas divinas a través de este arte. “Alabar al Señor danzando es aprender con el canto, para, de manera pura y simple, y con temor, expresar nuestro llamado”, enfatiza la periodista. Ell Shaday –nombre del ministerio–, existe desde hace unos 20 años. Actualmente, hay dos grupos de niñas: el Kids, con siete integrantes, y el de Jóvenes, con nueve. “Algunos entran sin que los miembros de su familia en la Iglesia los apoyen. Sin embargo, con el tiempo, la mayoría de estas familias comienza a participar en los servicios en base a sus testimonios”, observa. Samia informa que los dos grupos ensayan y actúan por separado: “El grupo de las niñas actúan en la Iglesia o en eventos organizados por la Escuela Bíblica, y los Jóvenes actúan en la Iglesia y en acciones sociales, en plazas, en hogares de ancianos, en los centros de rehabilitación, hospitales y comunidades”, explica.
La danza es un lenguaje que forma parte de la experiencia humana. Por tanto, cruza fronteras. Con base en esta premisa, la IIGD en tierras platinas adoptó esta modalidad evangelística. La contadora pública argentina, Genoveva Anahi Pedatella, de 30 años, fue la líder de este ministerio en la sede de la Iglesia de la Gracia en Buenos Aires durante cuatro años. La Iglesia tiene una escuela de danza que ayuda a las niñas a mejorar su coreografía. “Teníamos diez bailarinas del ministerio juvenil, además de las hermanas del grupo Mujeres que Vencen, que también formaban parte, dependiendo de la actuación, además de las niñas y mujeres que formamos en la escuela de danza, que se inició a finales de 2019”, dice Genoveva. La contadora es esposa del pastor Natanael Gonçalves do Prado, trasladado desde agosto para dirigir la IIGD en Paso de los Libres, en el norte de Argentina. “Ya empecé a invitar a las chicas para organizar un grupo de danza aquí. Este ministerio no puede extinguirse. Puedo sentir Su presencia extendiéndose por la Iglesia. Es algo inexplicable. Una hermosa comunión”, afirma.
Expresar el gozo de la salvación en Cristo mediante la danza es una forma sublime de adoración, que marca a quienes la practican y a quienes ven a la presentación. Ana Carolina resume bien este sentimiento: “Cuando alabo a Dios con la danza, me siento viva, así como cuando canto. Alabar y danzar es mi forma de expresar devoción y amor al Padre, es gratitud por lo que Jesús ha hecho por mí. Danzando, puedo expresar las cosas maravillosas que hizo Jesús en mi historia. Con la danza, predico, proclamo el mensaje, pongo en práctica las Escrituras”, concluye.