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ALERTA SOBRE LA CONCUPISCENCIA
¿Qué tal estudiar la concupiscencia, que significa deseo desenfrenado? Este mal es un verdadero martirio para muchas personas. Veamos qué nos enseña la Biblia sobre este tema, para que seamos transformados, y así correspondamos al Padre. La santificación es esencial para el cristiano y forma parte de nuestra naturaleza divina. Sin ella, nadie verá al Señor en nosotros: Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). Es maravilloso saber que conoceremos al Señor como Él nos conoce. ¡Avance en este propósito!
1. EL ORIGEN DE LA CONCUPISCENCIA – La Ley de Moisés hizo que los hebreos tomaran conocimiento acerca de lo que la Palabra llama deseo desenfrenado: ¿Qué, pues, diremos? ¿La Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si la Ley no dijera: “No codiciarás” (Romanos 7:7). En su muerte, Jesús le quitó al diablo la capacidad de someternos (Colosenses 2:15). Hoy, lo correcto es conocer al Señor y Su poder; así, ¡agradaremos a Dios!
2. EL REMEDIO – Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Andar en el Espíritu es vivir meditando y asumiendo nuestras responsabilidades tal como el Hijo de Dios, que nos da fuerzas para vencer el pecado. Ahora, podemos vivir en Él: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).
3. EL DESPERTAR DE LA CONCUPISCENCIA – Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda codicia porque sin la Ley, el pecado está muerto (Romanos 7:8). Hoy, ya no tenemos que estar bajo el dominio del pecado. Necesitamos considerarnos muertos para él y vivos para el Señor: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11). ¿Qué tal si se considera vivo para Dios? Él espera esto de todos los que somos parte de Su Cuerpo, la Iglesia.
4. ORDENADOS A MORTIFICAR – Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. (Colosenses 3:5). Mortificar es renunciar a los placeres que nos separan del Señor. Pablo dijo: Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna (1 Corintios 6:12).
5. EL USO CONYUGAL – La voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación;que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor,no en pasión desordenada, como los gentiles que no conocen a Dios; (1 Tesalonicenses 4:3-5). Es necesario abstenerse de la prostitución –de añadir prácticas no programadas por Dios para estar en el lecho conyugal: Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios (Hebreos 13:4). ¡Evitar el juicio es saludable!
6. CÓMO SOMOS TENTADOS – Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido (Santiago 1:14). Por tanto, no os dejéis atraer por lo que hacen los impíos en la relación matrimonial, ya que tales actitudes son condenadas por la Palabra (1 Corintios 6:13). La tentación ha derribado incluso a los grandes hombres de Dios, como lo hizo con David (2 Samuel 11). Así que cuando sienta que se le está acercando, repréndala y entre en oración.
7. EL EMBARAZO DE LA MUERTE: Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Santiago 1:15). Huya de lo que la Biblia condena. La santidad debe ser nuestra norma de conducta. La muerte mencionada por Santiago es la separación eterna del Señor: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).
8. EL ORIGEN DE LA CORRUPCIÓN – Por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones (2 Pedro 1:4). En la salvación, nos convertimos en coherederos de las más grandes y preciosas promesas, siendo partícipes de la naturaleza divina, después de haber escapado de la corrupción. Los sabios se esforzarán por mantenerse limpios por la Palabra predicada (Juan 15:3).
9. OBRAS QUE CONTAMINAN – Porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo (1 Juan 2:16). En estos tres deseos, aprendemos de qué nos deshicimos, cuando Dios nos liberó del mundo y sus pasiones (Gálatas 5:24). Nadie los necesita para vivir, sino seguir las palabras de vida: Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68).
10. LOS QUE PERMANECEN – Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Juan 2:17). Quien quiera permanecer en la presencia del Señor en el Cielo, evitando el tormento eterno, debe darse el regalo de decir no al mundo, que no tiene nada bueno que ofrecernos. Es necesario ir a Jesús: Y no queréis venir a mí para que tengáis vida (Juan 5:40).
En Cristo, con amor,
Dr. Soares