África
Unción divina
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EN EL MOMENTO OPORTUNO
Jóvenes recién casados conquistan propiedades tras convertirse en patrocinadores
Viviane Castanheira
El sueño de ser dueño de una casa puede parecer lejano para muchas personas, especialmente al comienzo de su vida matrimonial. Sin embargo, cuando ese deseo se coloca en el altar del Señor, la historia es bastante diferente. Así sucedió con el mecánico Luan Kaique Naviskas de Oliveira, de 22 años, y la vendedora, Jussara Fernandes dos Santos, de 20 años, miembros de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD).
Antes de formar una familia, los dos ya estaban pensando en adquirir una propiedad. No obstante, el proyecto se pospuso, ya que no tenían los medios financieros para hacerlo. “Siempre quise mi propia casa, pero los valores estaban por encima de nuestro presupuesto. Optamos por el alquiler, sin renunciar al objetivo inicial”, cuenta Jussara, que empezó a trabajar un mes antes de casarse con Luan, en julio de 2021.
La adquisición de la residencia se convirtió en uno de los objetivos de sus oraciones. “Pedimos la bendición de Dios, creyendo que Él respondería a nuestro clamor en el momento oportuno”, subraya el joven.
En ese momento, Jussara se inscribió como patrocinadora. Cuatro meses después, el esposo y la esposa se enteraron de una casa en venta en un vecindario cercano. Incluso sin recursos económicos, fueron a visitarla. “Era justo como lo queríamos. No obstante, no teníamos dinero y difícilmente obtendríamos la aprobación del crédito”, recuerda Luan, quien actuó con fe. “Preparamos los documentos, poniendo todo en manos del Señor”, asegura él. Jussara ya se imaginaba viviendo en el nuevo local: “Fui allí y ungí las puertas y paredes, creyendo que sería nuestro espacio”, dice la vendedora, cuya fe fue recompensada.
La primera victoria llegó semanas después: el préstamo solicitado había sido liberado por el banco. “Lo imposible a los ojos humanos ha sucedido. Teníamos poco tiempo con un contrato formal, entonces imaginábamos que ninguna entidad financiera nos daría un crédito, y menos por un monto tan alto”, explica Luan.
La pareja estaba encantada con la aprobación de la subvención, pero necesitaban otro milagro: el pago inicial. Y una vez más, los dos intercedieron. “Dios nos había reservado ese lugar, así que fuimos guiados por Él a vender nuestro auto”, detalla el mecánico, sabiendo que el valor de venta sería insuficiente para saldar la deuda.
Se acercaba el día de cerrar el trato y el auto aún no había sido vendido. Luan y Jussara eran conscientes de que no había otra forma de obtener la cantidad. Pero, perseveraron en la oración. “En la víspera de la firma del contrato, conseguimos un comprador y recibimos un precio por encima del mercado por el vehículo. Era exactamente la cantidad que necesitaba. Al día siguiente, firmamos los papeles y ya estamos viviendo en nuestro nuevo hogar. Fue por fe”, se emociona el joven. “Cuando Dios nos da una bendición, todo sucede en Su tiempo. Solo tengo que agradecer al Señor. Conseguimos hacer realidad nuestro sueño”, concluye Jussara.