Cura – Página 3 – Boletín Informativo la Certeza de la Victoria
Maria Aparecida (la tercera, de izquierda a derecha), con el coro Alabando a Cristo: “Quien cree en la Palabra del Señor tiene la victoria” – Foto: Archivo personal

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UNA VOZ QUE LOA

Maria Aparecida, de Natal, Brasil, cuenta como fue sanada por el Señor durante la Vuelta de la victoria


Carlos Fernandes


Quien ve la repostera Maria Aparecida Silva de Andrade rigiendo alegremente el coro Alabando a Cristo, en la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios en Natal, Brasil, no se imagina el drama que tuvo que enfrentar recientemente. Diagnosticada, en febrero este año, con endometriosis —enfermedad que afecta el útero—, Maria Aparecida pasó por momentos de angustia. Las paredes de este órgano habían alcanzado un espesor muy superior al normal. “La médica se preocupó al descubrirlo y dijo que sería necesario hacer una histeroscopia”, cuenta. También era preciso investigar un posible cáncer en la región.

La repostera desea dar testimonio de la acción de Dios en su vida – Foto: Archivo personal

Aparecida sabía que el examen le causaría un gran desaliento y que, además, podría revelar algo muy malo sobre su estado de salud. “En ese mismo instante, clamé al Señor, pues no quería pasar por todo eso.” El examen estaba agendado para el día 8 de abril. En la víspera del procedimiento, habría un culto especial en la sed de la Iglesia de la Gracia de Natal, ciudad donde Aparecida vive, con la presencia del Dr. Soares. Allí se dirigió a buscar su bendición. “Di la Vuelta de la victoria confiando en que sería sanada”, relata, refiriéndose al acto de fe que acompaña el cántico con ese título. Inmediatamente, sintió “algo extraño”, pero, por el lugar donde estaba localizado del problema, no pudo palparse para constatar la sanidad.

Maria Aparecida, con el esposo, Geraldo: sanidad restaurada y dicha en Cristo – Foto: Archivo personal

Al día siguiente, el estado de salud de Aparecida dejó el equipo médico perplejo. El especialista preguntó a la auxiliar dónde estaba la lesión, pues no podía encontrarla. “El endometrio tenía apenas tres milímetros. ¡Gloria a Dios!” Según Maria Aparecida, la primera médica que la examinó se asustó al ver el resultado del examen. “Quien oye la Palabra del Señor y confía en ella conquista la victoria”, afirma la repostera, que concluye: “Tenemos de confiar siempre en el poder de nuestro Dios”. Ahora, todo lo que quiere es alabar al Señor con su vida y su voz.


Adão Miguel al lado de la esposa, Márcia Freitas, y de los hijos, Luan Kaique y Danielle Freitas – Foto: Archivo personal

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BENDICIÓN MULTIPLICADA

El empresario Adão Miguel vio su vida financiera cambiar completamente cuando empezó a ser fiel en los diezmos y en las ofrendas


Viviane Castanheira


La historia del empresario Adão Miguel de Oliveira, de 46 años, es parecida a la de miles de brasileños que nacieron en el nordeste del país y que dejaron su región para mudarse al sudeste, en busca de mejores oportunidades. Natural de la ciudad de Belém, Adão decidió probar suerte en São Paulo. La elección vino a acompañada de muchas responsabilidades que el joven, de apenas 20 años, no estaba listo para manejar. “Conseguí un empleo en enero de 1997, pero el comienzo fue bastante difícil. Ganaba poco y solo me alcanzaba para pagar el alquiler y garantizar el almuerzo, dormía sin cenar.”

Aun en medio de tantas adversidades, Adão permaneció en la capital paulista, donde, un año después, conoció a Márcia Freitas, de 40 años, a quien se unió. “Pasamos muchas dificultades juntos”, relata. A pesar de no profesar la fe en Jesús, Adão siempre creyó que esa situación cambiaría. Y cambió. Como telespectador asiduo del Show de la Fe, Adão decidió conocer la sede de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD) en São Paulo con la esposa. “Visitamos el templo en el año 2000 y, desde entonces, permanecemos firmes en la presencia del Señor”, afirma.

El empresario Adão Miguel en el interior de su tienda: “Estoy seguro de que el secreto de nuestro éxito es la fidelidad a Dios” – Foto: Archivo personal

Después de entregar su vida a Jesús y poner en práctica los mensajes oídos en la Iglesia, la pareja prosperó. “Empecé a entregar el diezmo y la ofrenda y, pasado poco tiempo, fui promovido en mi empleo. Dios nos honró con una casa, un coche, pero la mayor dádiva es la familia que construimos”, se emociona.

Feliz y con la vida financiera estabilizada, Adão sintió deseos de volver a vivir en su región natal. Entonces, estableció con la familia un plazo para juntar recursos con el objetivo de regresar. No obstante, al final del período acordado, temió perder lo que había conquistado. Pero, entonces, una oración lo alentó. “Fui al culto, y el Dr. Soares estaba enseñando sobre Abraham. Fue muy específico: ‘Hermano, si usted está indeciso sobre mudarse o intentar una nueva vida, hágalo, porque el Dios de aquí es el Dios de allá’. Guardé esas palabras en mi corazón y, al día siguiente, pedí que me desvincularan de la empresa y, poco tiempo después, me mudé con mi familia a mi tierra”.

Convencido de que Dios le abriría las puertas, la familia se instaló en Santa Rita, en la región metropolitana de João Pessoa. Allí Adão abrió una tienda de repuestos para motos. “Hoy, siete años después, somos referencia en la ciudad y además ofrecemos empleo a cinco personas”, celebra el padre de Luan, de 23 años, y Danielle, de 11. “Estoy seguro de que el secreto de nuestro éxito es la fidelidad a Dios. En más de 17 años sirviendo a Cristo, nunca nos faltó nada. Alabo al Señor por todo qué Él hizo por nosotros, y somos gratos a la IIGD por habernos enseñado el verdadero Evangelio”, concluye Adão, que congrega con la familia en la IIGD en Tibiri, Santa Rita.


La profesora Célia: “El Señor cambió el rumbo de las cosas” – Foto: Archivo personal

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PÉRDIDAS TRANSFORMADAS EN GANANCIAS

La profesora Célia cuenta cómo el Señor restauró su matrimonio y le dio la victoria


Carlos Fernandes


Pérdidas. ¿Quién no se siente afligido ante una pérdida? ¿Y qué decir de una sucesión de pérdidas en un corto intervalo de siete años? Esto es lo que le ocurrió a la profesora Célia Rocha Albuquerque, cuando su esposo abandonó el hogar, en 2015. Además de la ruptura del matrimonio, Célia, que tenía un hijo de apenas un año, perdió el empleo al poco tiempo. “Me sentía completamente sin norte, sin saber qué hacer”, recuerda Célia, que, en 2008, ya había perdido una hija durante el parto. “Me negaba a aceptar más pérdidas familiares.” Por entonces, no sabía que, en los tiempos del Señor, todo sería restaurado.

Fueron años de muchas dificultades emocionales. Célia era miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios desde 2009, donde llegó gracias a su hermana, en busca de auxilio espiritual para superar la depresión que le causó la muerte de su hija. “Me sentía derrotada, porque creía que me había casado para toda la vida, y siempre oraba por eso.” Célia inició un largo período de oraciones y participación en campañas de fe por la restauración de su familia. Pero la respuesta parecía no venir. Finalmente, se cansó de luchar y firmó el divorcio en 2020.

Célia, con Leandro, en el templo de la Iglesia de la Gracia en la ciudad de Vitória, Brasil: “Agradezco a los pastores y hermanos que nos ayudaron en oración” – Foto: Archivo personal

Fue a partir de allí que el Señor cambió el rumbo de las cosas. Al año siguiente, el exesposo, Leandro, la buscó para contarle que había hecho un curso para hombres cristianos. “El detalle es que fue la persona que vivía con él quien lo inscribió en el curso”, destaca. Seguir manteniendo esa otra relación se hizo inviable, pues Leandro fue orientado por el Señor para que volviera a casa. Célia y Leandro conversaron bastante, y, en agosto de 2021, reanudaron la pareja. “Descubrí que mi madre había patrocinado a Leandro, y él volvió el tercer mes del voto.”

Célia experimentó la restitución divina. Aunque no esté trabajando, pues escogió dedicarse al hogar, ella y su esposo lograron vender el inmueble donde vivían, pagar deudas con el valor recibido y mudarse a un nuevo apartamento, completamente pago. Leandro, que es programador, comenzó una empresa de cero y está conquistando nuevos clientes. “Dios fue fiel durante todo ese tiempo y, aun cuando desistí de mi lucha, Él no me abandonó y oyó mis súplicas.” Hoy, la familia frecuenta la IIGD en la ciudad brasileña de Vitória y el pequeño Henrique, de ocho años, está muy feliz. “Él siempre tuvo un amor inmenso por el padre. Agradezco a Dios y a todos los pastores y hermanos de la Iglesia de la Gracia que se pusieron a disposición para ayudarme en oración.”