Test – 17
Editorial – 18
APEGADA A LA FE
Contaminada por covid-19 y con el 75% de los pulmones afectados, Maria de Fátima superó la enfermedad
Aproximadamente 160 mil brasileños, hasta el cierre de esta edición del Boletín La Certeza de la Vitória, perdieron la vida a causa del covid-19. La infección viral, que llegó a Brasil en febrero, convirtió el año 2020 en un período de dolor y luto para muchas personas. Por poco, la jubilada de 62 años, Maria de Fátima Pinto Siqueira, no se convirtió en un número más en esta terrible estadística. Quien la vio llena de alegría en la boda de su hijo, Oziel, que se celebró el 17 de octubre, no imaginan que ella casi se pierde la fiesta. “Llegué a tener el 75% de los pulmones afectados por el nuevo coronavirus”, dice.
A diferencia de su esposo, Orvandilino, quien también contrajo la infección viral sin mayor gravedad, Maria de Fátima tuvo que ser hospitalizada durante doce días, ocho de ellos recibiendo oxigenación artificial. Los síntomas comenzaron el 22 de agosto y cinco días después ella recibió el diagnóstico. Su cuadro clínico evolucionó rápidamente. El 1 de septiembre llegó la decisión médica de internarla. “Hice los análisis y estaba esperando el traslado para otro hospital”. En ese momento, su estado era grave.
Una de las peores cosas, para quienes están enfermos, es la perspectiva de la muerte, especialmente en el caso de una enfermedad poco conocida por la ciencia. Sin embargo, para aquel que tiene fe, la confianza en el Señor marca la diferencia. “Había dos pacientes más en el mismo cuarto”, recuerda. “Acordamos que no nos quejaríamos, sino que esperaríamos el actuar del Señor en nuestras vidas”. Creyendo en Jesús y miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, desde 2012, Maria de Fátima hizo un pedido especial a la familia: que le llevaran su Biblia al hospital. “Todos los días pedíamos la misericordia de Dios a través de la Palabra. Durante el período de tratamiento tomé todos los medicamentos, pero me aferré a la fe”.
El grupo de la Iglesia, con el Pr. Vander, intercedió por su vida, así como por su familia y amigos. “No tuve miedo, porque confié en la providencia divina, y Dios tuvo misericordia. Hoy estoy sana”, celebra. Las dos excompañeras de enfermería también se recuperaron. Con el alta, el 13 de septiembre, Maria de Fátima pudo retomar la vida normal. Aunque todavía un poco débil y haciendo los análisis de revisión, pudo prepararse para la ocasión especial en la que, con su familia, celebró la boda de su hijo. “Una ocasión especial”, dice la mamá, sin ocultar su orgullo por el joven y su gratitud al Señor.