Pablito – La fórmula de la oración
África
DURBAN PARA CRISTO
En medio de la pandemia, la Iglesia de la Gracia celebra un año de actividades en una de las ciudades más importantes de Sudáfrica
Carlos Fernandes
Agosto de 2020. Mientras el mundo, asombrado, era testigo de la propagación incontrolada del covid-19, y las empresas, las industrias y las instituciones religiosas tenían que cerrar sus puertas, un grupo de cristianos remaba contra la marea negativa y expandía la obra del Señor. Inaugurado en uno de los peores momentos de la historia reciente de la humanidad, el templo de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD) en Durban, Sudáfrica, está completando un año de actividades. Nada fue fácil; sin embargo, es en tiempos de crisis cuando el Evangelio muestra su fuerza, trayendo nuevas esperanzas y mostrando que el mundo puede incluso detenerse, pero el Reino de los Cielos –que, según la Palabra, no se basa en obras– no conoce barreras cuando los hijos de Dios están dispuestos a servir al Señor.
“Estamos cumpliendo el Id de Jesús”, resume el pastor Rodrigo Santos, líder del trabajo de la IIGD en el país africano. “Mientras que otras iglesias se vieron obligadas a cerrar sus puertas, Dios nos empujó a abrir un nuevo trabajo evangelístico en Durban”, celebra. Una de las ciudades más importantes de Sudáfrica, Durban se encuentra en la provincia de KwaZulu-Natal y tiene dos grupos étnicos aún no alcanzados por el Evangelio: los Zulus, un pueblo originario del país antes de la colonización británica, y los indianos. “La apertura de nuestra Iglesia aquí es una actitud muy importante para ganarlos para Cristo”, afirma el líder. “Varias personas nos dijeron que no debíamos dar ese paso en un momento tan complicado, pero el Señor nos orientó en la dirección opuesta”.
La Iglesia ha tenido una frecuencia media de 50 personas por servicio, que siguen los protocolos sanitarios recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como medidas para prevenir el contagio. Para quienes viven en Brasil, un país ampliamente evangelizado, el número puede parecer pequeño; no obstante, para la realidad espiritual y social de Sudáfrica, es una cantidad significativa. “Las reuniones principales son realizadas los miércoles y viernes, además de los domingos”, informa el pastor David Santos, responsable de la Iglesia de la Gracia en Durban. “Todos los días, la gente viene a recibir oraciones, y en cada reunión, más personas vienen a nosotros basadas en el trabajo evangelístico realizado por una estación de radio local”.
COSECHA ESPIRITUAL
Las actividades de la Iglesia de la Gracia no se limitan al espacio físico del templo, estratégicamente ubicado en el centro de Durban. Cada semana, los miembros de la congregación evangelizan y oran por las personas. Además de David Santos, la obra cuenta con un pastor congoleño, y se está formando un equipo de voluntarios. Con la pandemia, la demanda de ayuda espiritual ha aumentado enormemente. Muchas personas han llegado afligidas por la muerte de seres queridos o con serias dificultades financieras, causadas por el aumento del desempleo y la pérdida de ingresos. Con eso, la Iglesia ha promovido, entre otros auxilios, la distribución de cestas básicas a los más necesitados. “Estamos, en este momento, en la fase de reclutar nuevos colaboradores que ayudarán en el servicio tanto espiritual como social”, prosigue el pastor.
Esta mano de obra, entrenada y consagrada al Señor, es más que necesaria. La región donde se estableció la Iglesia de la Gracia hace un año, el cuarto templo de la denominación que opera en Sudáfrica, tiene ciertas peculiaridades religiosas. “Encontramos la resistencia de los musulmanes, que son la mayoría en la ciudad. Los zulúes, en cambio, tienen sus tradiciones muy antiguas que, cuando se colocan frente a la Santa Biblia, chocan”, destaca David. “Los descendientes de la India ya llevan la religión hindú, que también es practicada por algunos en KwaZulu-Natal”.
El gran desafío, en tal contexto, es unir a personas tan diferentes bajo la cruz de Cristo, pero la Iglesia de la Gracia ha tenido éxito. “Tratamos de no condenar ni hablar en contra de ninguna religión o tradición, sino de predicar la verdad de la Palabra de Dios”, garantiza el pastor. Según él, pocas iglesias en el país incluyen diferentes grupos étnicos entre ellas. Es más difícil lidiar con la inestabilidad provocada por la pandemia y los diversos bloqueos determinados por las autoridades locales en diferentes períodos de la crisis provocada por el covid-19. La mayor prueba del favor divino es la “cosecha” espiritual que se ha tomado: recientemente, David Santos bautizó a nuevos conversos en una playa de la zona. “Es una victoria poder seguir adelante y bendecir a esta gente, incluso con tantas dificultades”.