Pablito – La fórmula de la oración
África
ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE
Los especialistas aseguraron que Mikela “no pasaría de aquella noche”
O’hara Santos
Nada es más aterrador para una mamá que el sufrimiento de un hijo. Ya sea por un dolor, decepción o caída, no importa, ella parece sentir la aflicción aún más fuerte. Rocío Machaca Condory ya pasó por esta experiencia varias veces. Mamá de tres hijos, Alessandra, Tiago y Mikela, cuenta que enfrentó un terrible drama el 6 de marzo de este año.
Mikela tuvo un grave accidente mientras jugaba con amigos en la clase de artes marciales. “Ese día, mi hija resultó herida, yo iba camino al trabajo”, dice la mamá.
La niña de 11 años explica cómo sucedió todo. “Asistía a una escuela de kung fu. Ese día, mis amigos y yo estábamos columpiándonos en el aro de la canasta de baloncesto. No sé cómo, me caí de cabeza y no pude ver nada más, todo quedó oscuro”.
Su cabeza crecía sin parar
Rocío pensó que era solo una simple travesura de la niña, pero pronto se dio cuenta de la gravedad del problema. El diagnóstico médico confirmó una lesión cerebral traumática cranioencefálico. “Vi a mi hija intubada y con el cabello rapado. Sentí una angustia de perder a Mikela, porque su cabeza crecía sin parar”, recuerda la mamá.
Mikela necesitaba una cirugía urgente, según los médicos, y el retraso en el procedimiento podría provocar secuelas psicomotoras y del habla.
Después de la operación, Mikela entró en coma y tuvo dos taquicardias. “Tuvieron que revivirla. El médico me llamó y me dijo: ‘Señora, estos momentos son difíciles para su hija, porque ya hemos hecho RCP (reanimación cardiopulmonar) y, otro procedimiento más, ella no va a soportar’”.
El equipo médico estuvo de acuerdo en que lo mejor sería apagar los dispositivos. “Me entregó sus zapatillas, sus pantalones y el mechón de pelo. Pensé que mi hija ya no viviría”, destaca Rocío.
La noticia sonó como una bomba en los oídos de la familia. La hermana, Alessandra, quedó conmocionada por la información. “¡El mundo parecía que se me venía encima! Lloré copiosamente, estaba muy triste”.
El cambio
Sin embargo, Alessandra ya asistía a la Escuela Dominical de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios en Perú y pidió ayuda al pastor León Costa, líder de la institución en ese país. “Llamé al pastor y le conté lo que había sucedido. Inmediatamente fue al hospital”, recuerda.
El predicador intercedió por la niña y dijo: “Mikela se despertará. Las palabras tienen poder y ella será sanada en el Nombre de Jesús”. El mensaje profético trajo tranquilidad y confianza a la familia. “Los médicos decían que no pasaría de aquella noche”, dice la mamá.
El pastor León se fue por alrededor de las 5:00 pm y, a las 3:00 am, hubo un movimiento intenso en el hospital hacia la habitación de Mikela. “Esa mañana, mi hermana se despertó. ¡Fue un gran alivio! ”, dice Alessandra.
Mikela confirma: “Me desperté con la camilla rodeada de médicos y no sabía nada. Doy gracias al Señor por darme una oportunidad más de vivir”.
Tras el susto, la niña volvió a su vida normal. “Salta y camina sin dificultad. Este milagro me hizo saber que Dios realmente existe. Agradezco al pastor León por haber respondido a nuestro pedido de ayuda. Estábamos más tranquilos después de su oración”, destaca Rocío. Ella agrega: “Los médicos también se sorprendieron mucho. Tengo contacto con neurólogos. Me llaman para ver cómo le va a Mikela. En video llamadas, dicen que ha reaccionado bien, que su caso fue un milagro, porque la lesión ocurrió en el cerebelo, dentro de la cabeza, y la operación fue de alto riesgo”, celebra la mamá, quien vive en el distrito de la Independencia en el Perú.
La abuela, Lourdes Teófila Marcas Gutiérrez, avala: “El Pr. León es un gran embajador de Dios”.
Comisionado a la obra
El pastor León Costa se siente halagado por las palabras de la familia y reitera todo lo que presenció. “Debido a la gravedad del estado de salud de Mikela, hubo muchos obstáculos para llegar a ella, y esto nos llevó a creer aún más que Dios quería hacer un milagro”, dice el líder de la IIGD en Perú.
Según el predicador, Jesús lo comisionó para hacer su obra en la tierra. De modo que visitó a la niña en el hospital con la certeza de que el Salvador haría lo imposible. “Oramos con fe y luego sentí con fuerza en mi corazón decirle a mamá que Mikela se despertaría esa noche, y Cristo actuó milagrosamente”.