Pablito – La fórmula de la oración
África
CORAZÓN VALIENTE
Informe médico confirma la sanidad del joven Rafael
O’hara Santos
Hace cinco meses, Rafael Rocha Rego, de 18 años, fue diagnosticado con un problema cardíaco congénito. Se trata de una enfermedad rara que genera un desequilibrio entre la perfusión sanguínea y la ventilación, provocando alteraciones en el intercambio gaseoso, tan importantes para el organismo. “Mi hijo no podía tomar peso ni hacer esfuerzo físico. Tuvo una vida de privaciones”, explica Mirian Alves da Rocha Rego, de 38 años.
Esta comunicación anormal del corazón o de los vasos sanguíneos ocurre durante el período gestacional entre la tercera y octava semana, cuando se desarrollan las principales estructuras cardiovasculares. “La situación de Rafael era muy preocupante. Según los médicos, no había tratamiento para su caso y la única salida sería operarlo. Al recibir esta noticia, me desesperé”, recuerda Mirian, quien, asustada, inmediatamente comenzó a pagar el seguro médico del niño.
Durante esta etapa difícil, descubrió el trabajo de la Iglesia de la Gracia y decidió pedir ayuda en oración. “Los pastores, colaboradores y el ministerio de los jóvenes fueron solidarios y comenzaron una cadena de intercesión por mi hijo. También hicimos nuestra parte, uniéndonos a ellos”, destaca.
El milagro
A los pocos días se repitió el análisis, y ambos quedaron sorprendidos por el resultado: “Mostraba el corazón perfecto, sin necesidad de cirugía ni uso de medicación, es decir, mi hijo no tenía problemas. Realizó exámenes complementarios, comprobando la sanidad”.
Conmovida, la mamá insiste: “El tabique interauricular (pared muscular que divide la aurícula del corazón, de modo que no hay mezcla de sangre venosa y arterial) estaba intacto. Corazón, pulmón y arterias restaurados. Pusimos nuestra esperanza en Dios, y este milagro es para su honor y gloria”, dice.
Rafael pensó que su ciclo en la Tierra iba a terminar. “Mi preocupación era que mi tiempo de vida se acortara debido a la enfermedad o que moriría durante la cirugía, si la hubiera”.
Está muy agradecido por todo lo que el Altísimo ha hecho en su vida. “No hay palabras en el diccionario para describir la alegría que sentí. Incluso el médico se asombró de lo que vio. Doy gracias a Jesús y al ministerio de la Iglesia de la Gracia, quien, con mi mamá, intercedió por mí. Dios es el más grande de todos los médicos”. Ahora, lleno de aliento, Rafael ya tiene planes para el futuro: “Pretendo nadar e inscribirme a una facultad de teología”.