Pablito – La fórmula de la oración
África
¡Sea paciente!
La paciencia es el fruto que produce el Espíritu Santo en nosotros; por tanto, ningún cristiano puede pretender ser incapaz de ser paciente ante tanta maldad en el mundo. De hecho, debemos examinar nuestras palabras, porque por ellas somos justificados o condenados (Mateo 12:37). Bueno, sabemos que no sirve de nada ganar el mundo entero y perder el alma. Jesús habló correctamente sobre este tema: Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas (Lucas 21:19).
EL REY PACIENTE – En el Salmo 40, David escribió sobre lo bueno que era esperar pacientemente en el Señor: Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor, y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová (Salmo 40: 1-3). Él hace lo mismo con los que son pacientes.
LA DEFENSA DE PABLO – La sabiduría, don divino, ayudó a Pablo a defenderse ante el rey Agripa, pidiéndole que escuchara con paciencia: Me tengo por dichoso, rey Agripa, de que pueda defenderme hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos. Mayormente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia (Hechos 26: 2,3). Después de escucharlo, el rey dijo que el apóstol estaba tratando de persuadirlo a que se hiciera cristiano. Pablo no fue liberado solo por haber apelado a César (v. 32).
LA PACIENCIA TRAE ESPERANZA – Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Romanos 15: 4). Al poner la paciencia y el consuelo de las Escrituras como medio para recibir esperanza, Dios nos da la receta para el éxito. Ahora, sin esperanza, la vida se vuelve aburrida. Está claro que estas dos importantes virtudes también nos brindan esperanza. Sin embargo, si esta demora se cumple, no nos hará bien: La esperanza que se demora es tormento del corazón; árbol de vida es el deseo cumplido (Proverbios 13:12). Nunca podemos perder la paciencia, porque es fundamental para alcanzar la promesa: Pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa (Hebreo 10: 36). ¡Ese es el objetivo de nuestra fe!
LA CARRERA DE LA FE – Según el autor de la Epístola a los Hebreos, podemos tener éxito en la carrera que se nos propone, pero es necesario dejar lo que nos avergüenza, paraliza o desvía y correr sin problemas hasta llegar a lo que se nos ofreció a nosotros: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12: 1).
PERFECTO Y COMPLETO – Santiago nos exhorta a dejar que nuestra paciencia sea perfecta para ser perfectos y completos en el Evangelio: Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago 1:4). Según el apóstol, no podemos fallar en nada. Depende de cada uno de nosotros buscar a Dios y cumplir primero con nuestro llamado: evangelizar a los perdidos en todo el mundo. Así declaró Jesús: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado (Marcos 16: 15-16).
DIFÍCIL RESPONSABILIDAD – Anunciar el Evangelio es la misión de los que han nacido de nuevo y aman al Señor. Dios conoce el horrible destino que les espera a aquellos que no están comprometidos con Él: pasar la eternidad en el lago de fuego y azufre, del cual nadie saldrá. Santiago compara al que evangeliza con el agricultor, diciendo que el sembrador de la Palabra debe esperar las lluvias del cielo, que serán enviadas por el Señor justo sobre la tierra donde hemos sembrado la semilla: Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía (Santiago 5:7).
COMPAÑERO EN EL DOLOR – El apóstol Juan se identifica a sí mismo como nuestro hermano y compañero en la aflicción, en el Reino y en la paciencia del Salvador. Recordemos que si Dios quisiera, destruiría el mundo en minutos y los perdidos pronto irían al infierno. Su paciencia es para que nadie perezca, para que no destruya a los que nos persiguen, maltratan y desprecian la ofrenda divina: Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 1:9).
En Cristo, con amor,
Dr. Soares