Test – Enero – 2022
Cinturón negro en la fe
“JESÚS ME SANÓ”
Maria da Graça se deshizo de los cálculos renales por fe
Viviane Castanheira
La costurera Maria da Graça Mendes, de 67 años, sintió un dolor intenso en la parte baja de la espalda en febrero de 2021, pero pensó que la molestia se debía a la posición en la que trabaja todo el día. “Fueron tres días de sufrimiento”, dice Maria, quien acudió a la emergencia del hospital cerca de su casa.
Tras realizar numerosas pruebas, se encontró un cálculo en uno de los riñones. Medicada, volvió a casa. “El médico dijo que expulsaría la piedra, pero los síntomas no mejoraron y no podía orinar”, relata la costurera. Ante esto, volvió dos veces a urgencias. “Los especialistas recetaban medicamentos, pero el alivio era temporal”.
Maria da Graça, entonces, buscó la ayuda del Médico de los médicos. Fue a la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, de la que es miembro desde hace 11 años, y pidió ayuda a los hermanos. “Los colaboradores y el pastor oraron por mí. Mejoré, pero aún no había quedado sana. Al día siguiente, una vez más, acabé en urgencias. La situación empeoró, pues descubrí que tenía piedras en los dos riñones”, cuenta la costurera, que perseveró en su fe.
El especialista aconsejó a Maria que mantuviera el tratamiento. Sin embargo, esto solo alivió la condición dolorosa. Cuando pasaba el efecto del medicamento, el malestar empeoraba. Pero, la costurera persistió en la oración. “En la iglesia, mi pastor me ungió con aceite e intercedió por mí. Esta vez, sentí que estaba sana”. Responsable de la congregación, el pastor Lázaro Machado clamó a favor de la costurera. “La hermana Maria llegó a la Iglesia con mucho dolor. La ungimos, reprendimos el mal y expulsamos la enfermedad. Ella se apropió y quedó sana”, dice el pastor.
La salud de Maria da Graça se restableció: “Seguí orando y mejoré. El médico solicitó una tomografía computarizada del tracto urinario. Sabía que estaba bien, pero me hice el examen para comprobar mi estado”, afirma. Maria sorprendió incluso a los especialistas, ya que las piedras no fueron expulsadas; simplemente desaparecieron: “Permanezco sentada todo el tiempo debido a mi trabajo, pero ya no siento ningún dolor. Jesús me restauró. Si no fuera por Él, no sería capaz de hacerlo. Incluso a mi edad, me siento joven. ¡Fui sanada para el honor y la gloria del Señor!”, concluye.