Test – Enero – 2022
Cinturón negro en la fe
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VICTORIA EN EL SEÑOR
José Hendryo ha recibido muchas bendiciones junto a su familia
Carlos Fernandes
El trastorno del espectro autista (TEA) es un conjunto de síntomas y condiciones que conducen a un grado de deterioro en el comportamiento social, la comunicación y el lenguaje. Recientemente, el TEA ha sido objeto de intensos estudios científicos, dando lugar a una mejora en la calidad de vida de las personas con este trastorno y sus familias. Este es el estado de José Hendryo Cardoso, de 13 años. Diagnosticado con autismo leve, recibió el apoyo y la asistencia necesarios, y su mamá, Elisângela do Socorro Pantoja Cardoso, de 44 años, proyecta el futuro del adolescente: “Quiero que sea colaborador en la casa del Señor”, sueña.
Sin embargo, Elisângela no siempre fue tan confiada. Cuando el niño era pequeño, ella enfrentó muchos problemas. “Era inquieto, y yo no podía trabajar ni dejarlo con nadie”, recuerda la autónoma. La mamá solo se tranquilizó cuando Hendryo, entonces de ocho años, fue objeto de una palabra del Señor: “Dios me dijo que tenía planes para él y que yo también debería buscar a los médicos. Llevé el nombre de mi hijo a las reuniones de oración en la Iglesia de la Gracia”.
El diagnóstico definitivo de autismo no llegó hasta que el niño cumplió diez años. “A partir de ahí, comencé una lucha para recibir el beneficio de seguridad social al que tiene derecho”. Además de las dificultades en el cuidado del niño, había problemas económicos, ya que solo el esposo de Elisângela trabajaba formalmente. En términos económicos, ella aportó como pudo, haciendo artesanías para vender, pero los recursos eran insuficientes. La familia comenzó a participar en las campañas de Prosperidad en la IIGD, y Elisângela llevó la carpeta con los documentos requeridos por la Seguridad Social a los servicios. Como el personal de Hendryo era de TEA leve, los técnicos y trabajadores sociales del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) se mostraron reacios a concederle el beneficio.
“Dijeron que no lo lograría, pero perseveré en la fe”, dice Elisângela. Incapaz de contratar a un abogado para que la representara legalmente, solo podía orar. “El 31 de agosto de 2021 participamos en un propósito de oración en la Iglesia. Sentí el deseo de ofrendar, y así lo hice. El 1 de septiembre recibí la noticia de que el juez había accedido a nuestra petición”, celebra. Incluso los valores en mora, desde la fecha de distribución de la acción, fueron pagadas retroactivamente.
Ahora, Elisângela quiere dedicarse a la educación de su hijo y a la mies del Maestro. “Con este beneficio tendré más disponibilidad para trabajar como evangelista y ayudar a los pastores”, planea. José Hendryo se ha desarrollado bien y fue bautizado en agua, sellando su alianza con el Altísimo. De ahora en adelante, queda esperar el cumplimiento de las promesas bíblicas: “A pesar de las luchas, el Señor está al frente y venceremos”, concluye la mamá, esperanzada.