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La Pra. Rosa Maria se dedica al Reino de Dios en las calles, en los albergues y en las casas de recuperación de la mayor ciudad brasileña
Carlos Fernandes
John Wesley, célebre evangelista británico del siglo XVIII, decía que el mundo era su parroquia, en referencia a la obra itinerante que realizaba en las calles, pueblos, minas de carbón y dondequiera que hubiera almas afligidas. A su forma, así es el ministerio de la Pra. Rosa Maria Dantas dos Santos, 51 años, de la sede de la Iglesia de la Gracia en São Paulo. Desde el inicio de su caminar cristiano hace 23 años, ella se dirige hacia donde se encuentran las personas –hospitales, centros de recuperación, centros comerciales y albergues– llevando la Palabra y un mensaje de esperanza. “Siempre me gustó este trabajo en la calle”, resume.
Desde 2004, cuando se consagró al ministerio en la IIGD, Rosa Maria no se detuvo más. Y nunca está sola: “A mi lado trabajan colaboradores, miembros de la Iglesia e integrantes del grupo HQV y del MQV”. La capacidad de movilizar y motivar a las personas a seguir el Id de Jesús es una de las principales características de la pastora, que pone su carisma al servicio del Reino de Dios. Algunas de sus actividades favoritas son las visitas, la consejería y la acción social en clínicas de rehabilitación para drogadictos o albergues para la población en situación de vulnerabilidad social. “Me gusta este trabajo, porque tengo la libertad para acercarme a las personas, saber lo que piensan y lo que necesitan, y tratarlos espiritualmente”, explica.
Instituciones, como el Albergue Boraceia y las casas de recuperación de Jaraguá y Eldorado, todas en São Paulo, reciben constantes visitas del grupo liderado por Rosa Maria. Siempre que es posible, el equipo realiza una labor de acercamiento entre los internos y sus familias, fundamental en el proceso de rehabilitación, además de encaminarlos a la Iglesia tras el período de internación. Actualmente, la pastora cuenta con 18 voluntarios, quienes la ayudan en sus actividades.
“En todas las iglesias que pastoreé siempre construí grupos de trabajo”, explica Rosa Maria, quien dejó su carrera como asistente administrativa para dedicarse al llamado divino. Soltera y sin hijos, se entrega a la obra de Dios. Además de trabajar en casas de recuperación, la predicadora y su equipo organizan bodas comunitarias, evangelización de sordos a través de la Lengua de Señas Brasileña (Libras) y servicios sociales, como cortes de cabello y distribución de alimentos a los necesitados. La ministra del Evangelio también desarrolla actividades eclesiásticas, dirigiendo reuniones y participando en programas de radio y TV emitidos por la Iglesia de la Gracia.