La palabra de Dios para todos
Misiones Globo – Senegal
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LA IMPORTANCIA DE LEVANTARSE
A causa del pecado de Adán, la humanidad está asentada en la silla del fracaso, pero los que aman el Señor encuentran promesas a ser reivindicadas. Así, lograrán la liberación. Los salvos deben creer en la Buena Noticia de lo que Jesús hizo en su favor.
1. LA DURA DECISIÓN – Después de haber despedido a su sobrino, que había sido amado y criado por él, pero se había vuelto un gran fardo, Abram fue orientado a levantar los ojos y ver lo que Dios le había preparado: JEHOVÁ dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: «Alza ahora tus ojos y, desde el lugar donde estás, mira al norte y al sur, al oriente y al occidente». (Génesis 13:14). Cuando el Altísimo lo impresiona a usted, por medio de la Palabra, para que tome una decisión sobre lo que viene pensando o sintiendo de Él, ¡es la hora de parar, o no se levantará para asumir la bendición prometida!
2. AMENAZA MÁS DE QUE SERIA – Ezequías constató que no había salida para Judá, pues los asirios iban con todo. Por eso, pidió a Isaías que levantase un clamor en favor de su pueblo: Quizá oirá JEHOVÁ, tu Dios, todas las palabras del copero mayor, a quien el rey de los asirios, su señor, ha enviado para blasfemar contra el Dios viviente y para insultar con palabras, las cuales JEHOVÁ, tu Dios, ha oído. Por tanto, eleva una oración por el remanente que aún queda. (2 Reyes 19:4). La actitud del rey, de buscar al profeta cuando toda la situación se había vuelto irremediable, hizo que el Todopoderoso mostrara Quién Es. Entonces, ¡crea en lo que Dios le dice y parta hacia la victoria!
3. PIDIÓ UNA SALIDA – David no sabía cómo actuar después de haber pecado. Sin embargo, como conocía la importancia de elevar el alma a Dios, pidió que el Señor lo dejase oír su bondad y lo hiciese conocer el camino de la reconciliación: Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado. Hazme saber el camino por donde ande, porque hacia ti he elevado mi alma (Salmos 143:8). Del mismo modo, levante su alma hacia el Altísimo; de lo contrario, continuará donde Él no lo colocó.
4. DOS SECRETOS – El salmista recuerda a Israel cuán importante es levantar las manos —las habilidades— a Dios. En tiempos de crisis, debemos hacer esto: Alzad vuestras manos al santuario y bendecid a JEHOVÁ. (Salmos 134:2). Cuando se acerque al Padre, usted Le ofrecerá sus capacidades; entonces, Él operará lo necesario en su vida. Niéguese a cargar cualquier fardo, pero se plántese con determinación ante el Señor, para que Él pueda detener la operación maligna que atormenta su vida y la de su familia. Quienes se levantan hacia el Señor salen de la prisión en que el demonio los colocó.
5. LOS OBEDIENTES – Aquellos que evangelizan caminan con pies suaves sobre los montes de problemas que atribulan a las personas. Con la sabiduría divina, anuncian el bien, hacen que los perdidos oigan el mensaje de la salvación y logran la fe en Cristo: «¡Voz de tus atalayas!» Alzarán la voz; a una voz gritarán de júbilo, porque con sus propios ojos verán que JEHOVÁ vuelve a traer a Sión. (Isaías 52:8). Alzar la voz es dar alabanzas a Dios. Cuando se hace esto, las fuerzas celestiales entran en acción, y el fin del sufrimiento se aproxima para quien dé al Padre el verdadero lugar en su vida: el del Señor. Dispóngase a estar entre aquellos que ascenderán con Jesús en Su regreso.
6. ABANDONADO PARA QUE MURIERA – Ninguna salida había para Ismael, hijo del patriarca Abram, el joven que había sido dejado abandonado por Agar para que muriera en el desierto. Pero, al oírlo llorar, Dios le dijo a su madre: Levántate, toma al muchacho y tenlo de la mano, porque yo haré de él una gran nación. (Génesis 21:18). Jamás desprecie a aquellos que el Altísimo le ha dado, pues ellos forman parte de su familia mayor, la de la fe. Cuando el Señor oye la voz de quien clama por su derecho a la vida, pronto llegan las instrucciones que deben seguirse para hacer lo necesario. Dios es nuestra Fuerza en todos los momentos; entonces, nunca nos dejemos llevar por las mentiras del demonio. Alce su voz y vea al Padre celestial actuando en usted y en su hogar.
7. EL FIN DE LA VERGÜENZA – Ser estéril era vergonzoso por aquel entonces, y Sara no podía quedar embarazada, por eso la promesa no se cumplía. Sin embargo, los ángeles fueron a avisar que ella sería mamá de un niño, y Sodoma y Gomorra serían destruidas. Pero esto solo fue revelado a causa de un gesto simple de Abram, al mostrar un acto de fe: Alzó los ojos y vio a tres varones que estaban junto a él. Al verlos salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, se postró en tierra (Génesis 18:2). Levante su cabeza y vea lo que Dios le expresa a través los versículos bíblicos. Dado que Él es su Fuerza invencible, usted jamás será confundido (Romanos 10:11).
8. HAY LÍMITES PARA EL DEMONIO – Después de la tercera plaga, la de los piojos, cuando los magos egipcios no pudieron operar como el Señor, probando, así, que el demonio es limitado, Dios habló con Moisés: JEHOVÁ dijo a Moisés: —Levántate de mañana y ponte delante del faraón, cuando él salga al río, y dile: “JEHOVÁ ha dicho así: Deja ir a mi pueblo para que me sirva porque si no dejas ir a mi pueblo, yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén.» (Éxodo 8:20,21). Luego de ello, vinieron otras plagas hasta llegar a la décima, cuando murieron los primogénitos de Egipto, desde el hijo de Faraón hasta el de la pareja más pobre de aquel país, incluyendo los de todos los animales.
9. DIOS LEVANTA A LOS PEQUEÑOS – Al constatar la obra del Señor realizada en su vida, Ana, la que antes había sido estéril, compuso un cántico. Entre tantas cosas buenas dichas sobre nuestro Dios, ella declaró: Él levanta del polvo al pobre; alza del basurero al menesteroso, para hacerlo sentar con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra; él afirmó sobre ellas el mundo. (1 Samuel 2:8). ¡El Todopoderoso continúa haciendo prodigios hoy!
Em Cristo, com amor,
R. R. Soares