Oración del Patrocinador- 39
El Señor la liberó del mal
¡HAGA LO QUE JESÚS ORDENA!
En Caná de Galilea, María, la madre de Jesús, y Sus discípulos fueron invitados a un banquete de bodas y estuvieron presentes (Juan 2:1, 2). El ministerio del Maestro apenas comenzaba, por lo que quizás alguien se cuestione el motivo de tal invitación. Lo que sucedió en esa celebración probó que Dios estaba detrás de este evento, porque si ellos no hubieran asistido, los novios no habrían abastecido al pueblo cuando se acabó el vino. ¡Únase a nosotros!
Al ver el malestar de los novios por la falta de vino, María, en actitud de desesperación, se acercó a Jesús y le contó lo sucedido (Juan 2:3). La respuesta del Maestro mostró que Él no estaba allí en vano: Jesús le dijo: —¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora (Juan 2:4). El Salvador le hizo ver que, a partir de ese momento, asumía Su posición como enviado de Dios. Entonces María les dijo a los que servían que hicieran lo que Él les dijera (Juan 2:5). ¡Haga lo que Jesús manda! ¡Únase a nosotros!
Allí había seis tinajas de piedra vacías, que tenían como fin servir para la purificación. Sin embargo, en esa ocasión, se utilizarían para solucionar el problema de la falta de vino. Cada una contenía unos cien litros de agua. Como se describe, debido a que había mucha gente en la boda, todo el vino se había consumido. Entonces Jesús les ordenó que llenaran las tinajas de agua (Juan 2:6, 7). Con este acto nos mostró que debemos saber actuar con aquello que Dios nos da. Si le obedecemos, el Señor obrará si falta algo necesario. De esta manera, todos disfrutarán de las bendiciones provistas por Él. A continuación, Cristo les ordenó que tomaran un poco de agua y se la llevaran al dueño de la sala, el líder del grupo, para probar el líquido (Juan 2:8). Vio que era el mejor vino. ¡Jesús tiene lo mejor! ¡Únase a nosotros!
El dueño de la sala, sorprendido, elogió al novio diciendo que, a pesar de haber servido un buen vino, había reservado lo mejor para el final (Juan 2:9, 10). Con el Señor obrando en su vida, crea que, aunque pasen los años, al final, lo mejor de la obra de Dios nacerá de usted. Ahora el amor de Dios nos ha llamado a compartir su gloria. Fíjese lo que le dijo el Salvador a Natanael, cuando no podía creerle, porque había oído que su origen era de Nazaret, y había mala fama de que de ese lugar nunca salía nada bueno: —De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre (Juan 1:51). El Señor tiene mucho que hacer a través de nosotros, pero debemos crecer en gracia y comprensión de quiénes somos (2 Pedro 3:18). ¡Únase a nosotros!
Así está escrito sobre el comienzo del ministerio de Jesús, del cual somos seguidores y colaboradores: Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él (Juan 2:11). Espere grandes cosas del Señor, porque Él quiere actuar en su vida como lo hizo en sus días en la Tierra. Por lo tanto, preste atención a Su honorable invitación y nunca dude. ¡Únase a nosotros!
En Cristo con amor,
Dr. Soares