Una voz que loa
Renovado por el Señor
COMPATILHE
VEJEZ FELIZ Y FRUCTÍFERA
IIGD invierte en el ministerio para satisfacer las necesidades espirituales, emocionales y psicológicas de los ancianos
Viviane Castanheira
La primera prueba nacional del Censo Demográfico de 2022, divulgada en marzo por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), muestra que los ancianos representan casi el 17% de la población de Brasil. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2050 el planeta tendrá 2 mil millones de adultos mayores, que serán más del 30% de la población mundial. El crecimiento del número de personas de 60 años y más no ha pasado desapercibido a los ojos de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD). Como prueba de ello, el ministerio crea estrategias para incluir a este grupo, cuidar a sus integrantes, además de promover su desarrollo.
En la sede estadual de la IIGD en el barrio de Madureira (Río de Janeiro), hay una obra consolidada que está en funcionamiento desde hace casi dos décadas. Bajo el mando del Prof. Ednilson Cyrilo de Luna, el grupo, con alrededor de 40 ancianos, se reúne mensualmente para aprender la Palabra de Dios y fortalecer los lazos de comunión. “En nuestras reuniones de la Iglesia, hay momentos de alabanza, de sermón y de oración. Pero también hay momentos de confraternización, de salidas, de visitas domiciliarias y de consejería”, cuenta el párroco.
Según Ednilson, el trabajo va más allá del ámbito espiritual porque ayuda a los ancianos a enfrentar los desafíos de la sociedad. “El abandono familiar, la falta de respeto e interacción social y la discriminación son temas que se tratan en nuestras reuniones”, explica.
Miembro de la IIGD desde hace casi cuatro décadas, el ama de casa Selma Moraes, de 86 años, participa del proyecto Tercera Edad en Madureira desde sus inicios. “Me gustan mucho las reuniones, los sermones y las enseñanzas. Todos los líderes nos prestan atención. No me pierdo una reunión”, garantiza, acompañada de su hija, Eliane Moraes de Souza Santos, de 60 años. “Antes participaba solo como oyente, hoy soy integrante del grupo. Ha sido una gran bendición en la vida de mi mamá y de toda mi familia”, se regocija Eliane.
Dinamismo
En la IIGD de Salvador (Bahía), el grupo Plenitud hace 17 años marca el ritmo de los mayores. “Es una bendición de Dios en nuestras vidas”, dice Zuleide Correia da Annunciação, de 75 años, coordinadora del ministerio. “Tenemos 30 ancianos ávidos de la Palabra de Dios. Esto alegra nuestros corazones. Además de talleres y charlas, hacemos recorridos, desayunos, evangelización, etc. ¡Somos muy activas!”, describe Zuleide, quien tiene una profesora de baile en su equipo. “Ella organiza nuestras coreografías y representaciones teatrales en las fechas conmemorativas de la Iglesia”, explica la líder, que realiza esta labor con mucho cariño. “De la mano, agregamos al crecimiento del Evangelio del Señor Jesús. Lo hacemos con amor, porque es para el honor y la gloria de Jesús. Y seguiremos así, dando gracias a Dios por todo”, subraya.
Al otro lado del Atlántico, en la IIGD de Lisboa, Portugal, el proyecto de nueva creación Mejor Edad busca atender las necesidades espirituales, emocionales, psicológicas y físicas de las personas mayores. Por eso, eligió como líder a Núbia Lourenço. Ella está a punto de graduarse en Gerontología, la ciencia que estudia el envejecimiento humano. “Siempre abordamos temas dirigidos a ellos, a través de charlas con médicos y nutricionistas y clases de gimnasia, para prevenir dolores articulares, entre otros”, dice Núbia, planificando para el futuro. “Estamos programando excursiones, evangelismo y acciones sociales. Queremos que den frutos. El objetivo es hacerlos sentir respetados y amados, manteniendo la mente y el cuerpo activos a través del conocimiento de la Palabra de Dios”, señala.
Al igual que en Portugal, la sede del IIGD en Natal (capital del estado de Rio Grande do Norte, en Brasil) también cuenta con el proyecto Mejor Edad. La propuesta es ocupar el tiempo de los adultos mayores con actividades que promuevan la compenetración con la iglesia y la familia. La psicóloga Maria Rosangela dos Anjos Moraes, de 61 años, y la misionera Maria Emília da Conceição de Lima Alves, de 55, están al frente del ministerio y dicen que se originó a partir de la lectura del texto del Salmo 92:14: Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. “Queremos mostrar que son importantes para Dios y que todavía pueden dar fruto y ser útiles en la obra. En nuestro primer encuentro les dije que el Señor les renovaría las fuerzas”, enfatiza la psicóloga. Trabaja durante muchos años en un asilo y, por lo tanto, tiene experiencia con los deseos y necesidades de este grupo de edad. “Muchos de ellos vienen a mí porque están deprimidos y se sienten solos y poco apreciados. Por eso construimos este puente entre ellos y la familia”, explica Rosangela, quien también pretende iniciar clases de manualidades para los participantes. Además de la psicóloga, el proyecto cuenta con un equipo de voluntarios especializados, como fisioterapeutas, médicos, enfermeros, profesionales de la educación física y pastores.
La misionera Emília da Conceição afirma que trabajar con los ancianos es un viejo sueño de liderazgo. “Necesitábamos cuidar a los ancianos de la Iglesia de la Gracia de manera sistemática, con un proyecto bien diseñado, y el Señor nos dio este regalo. Mira, todo lo lindo está pasando”, asegura Emília. Ella es miembro de la sede en Natal desde hace 12 años y también está activa en el ministerio de evangelización de la Iglesia. “Vamos a llevar el proyecto a todas las iglesias da la Gracia en el estado de Rio Grande do Norte”. La jubilada Francisca da Conceição Rodrigues Pessoa, de 73 años, participa del grupo Mejor Edad con su esposo, Pedro Lins, de 77. “Me gusta mucho, ¡nos hace tan bien! Necesitamos este tipo de actividades. Mi esposo también está feliz y emocionado. Por supuesto vamos a participar en todos los programas”, se regocija la jubilada. A pesar de los problemas de movilidad provocados por tres caídas, no falta a las reuniones. “Es genial sentirme útil y valorada. Incluso en la vejez, sé que mi esposo y yo podemos dar buenos frutos en la casa del Señor, ¡y lo haremos!”, garantiza Francisca.