Misiones Mundiales – Kenia
Oración del Patrocinador – 46
COMPATILHE
GANARON EN FAMILIA
La vendedora Luciene habla de la transformación hecha por el Señor en su hogar
Carlos Fernandes
Durante mucho tiempo, todo lo que la vendedora Luciene Bispo de Souza sabía sobre religión lo aprendió de su abuelo. A la edad de ocho años, ella fue consagrada en tal creencia. Sus recuerdos son imprecisos: “Hicieron una especie de pacto conmigo en el que me quedé en el centro de un círculo”. A partir de entonces, la niña comenzó a participar en las actividades que se realizaban en ese lugar. Sin embargo, nada alivió su sufrimiento físico: “Nací con infecciones en la sangre y enfermedades de la piel. Tenía heridas y sangrado por todo el cuerpo”, dice.
Luciene no lo sabía, pero los problemas se multiplicarían, desembocando en una adolescencia conflictiva para ella: “Me involucré con la bebida y la prostitución”, admite. Luciene llegó a trabajar borracha. En esa época conoció a Marcos, un drogadicto, y la situación empeoró. “La bebida y la infidelidad eran parte de nuestra rutina”.
En esa época, Luciene ya tenía una hija, fruto de su relación anterior, y su familia empezaba a pasar necesidades. La situación recién cambió cuando Luciene conoció la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. Al principio, se mostró renuente a asistir al templo: “No me gustaba la predicación del Dr. Soares”, dice. Sin embargo, en una reunión de oración, algo sucedió. “Se inició una gran guerra espiritual a causa de ese pacto que fue hecho en la infancia”, señala.
Un día, mientras se preparaba para ir a la reunión de fe, Luciene se desmayó. “Me descompuse en la ducha y quedé paralizada”. Después de una leve mejoría, en lugar de ir corriendo al hospital, quiso ir primero ir a la iglesia. “Allí, los colaboradores me ayudaron a bajar del automóvil e intercedieron por mí, lo que fue el comienzo de mi liberación”. Luciene relata varios conflictos familiares y otras situaciones adversas, debido a la mala acción que aún la detenía. “El enemigo trató de derribarme, pero el Señor me detuvo”, dice en agradecimiento a Dios.
Hoy, Luciene y su esposo Marcos Bispo de Souza viven otra historia. Él es gerente comercial y ella trabaja en una empresa minorista. La familia asiste al IIGD en Marialva (PR) y ya no sufre privaciones. La pareja y sus tres hijos participan en la obra del Señor. Luciene es colaboradora y hace parte en la alabanza, y su hija Elisa es “profesora” en la escuela bíblica de niños. “Todo lo que hacemos prospera, ¡gracias a Dios!”