Oración del Patrocinador – 53
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LA FE DE JOSÉ
Sanado de una grave neumonía, niño glorificó a Dios en el hospital
Carlos Fernandes
“Jesús es muy bueno”, dice, con su vocecita infantil, José David Moura Carvalho Olanczuk, que frecuenta, junto a la familia, la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios en Teresina, (capital del estado brasileño de Piauí). Aunque tiene tan solo cinco años, el niño demuestra mucha madurez cuando se trata de una cuestión de fe. “Parece un adulto pequeño”, bromea la mamá, Mábila Driely Moura Carvalho Olanczuk, de 35 años. Una fe que le salvó la vida a José a mediados de 2023, cuando fue víctima de una grave neumonía. “Mi hijo estaba bien, en casa, cuando, de repente, comenzó una fiebre de casi 40°C”, recuerda Mábila. Fueron a la guardia de emergencia, donde medicaron a José para tratar los síntomas y los enviaron de vuelta para casa con la orientación del que regresara al hospital si empeoraba.
“Estaba mejor, pero seguía muy débil y no quería comer”, relata Mábila. El domingo siguiente por la noche, después de la reunión, José David se quejó de que sentía mucho dolor y lo llevaron de vuelta al hospital, en pijama y todo. Esta vez, el diagnóstico fue una neumonía avanzada y un derrame pleural en el pulmón derecho. El niño debía ser internado inmediatamente. “De allí en adelante, el cuadro fue empeorando”, cuenta la mamá, que, siendo enfermera, sabía de la gravedad del caso. “Hizo un neumotórax espontáneo y tuvieron que colocarle un dreno en el centro quirúrgico.”
A esa altura, la vida del niño corría un serio riesgo. José David ya no podía moverse y, a causa del intenso dolor, le inyectaron morfina. La neumonía evolucionó, y tuvieron que entubarlo. Sin embargo, el comportamiento de la mamá y el hijo, en medio a tanto sufrimiento, sorprendió a los equipos médicos. “Dios estaba con nosotros todo el tiempo, estaba segura de eso”, continúa Mábila. “Las personas decían que yo era muy calma, pero, en verdad, reconozco que no era yo, sino el Señor. Él me daba la seguridad de que todo, todo pasaría.”
En lo que respecta a José David, la fe que aprendió en la Iglesia fue decisiva. “Él me pedía que orásemos todo el tiempo, y él mismo iba y volvía de los procedimientos orando.” La actitud del niño conmovía a los profesionales que lo atendían. Fueron, en total, 25 días de internación, y el pequeño paciente pasó 11 de ellos con dreno, lo que le provocaba dolores terribles. “Un día, José me dijo que quería morirse”, se conmociona la mamá. Sabía que, en verdad, que su hijo ya no aguantaba más. “Cuando le pregunté si no tenía miedo de morir, me aseguró que no, porque sabía que iba a encontrar a Jesús y ya no sentiría más dolor.”
Sin embargo, el Señor tenía otros planes para Su pequeño siervo. Después de la larga internación, José mejoró y recibió el alta. “Creo que nuestros hijos son herencias del Señor”, recalca Mábila, que está casada con José Carlos y es mamá, también, de Maria Valentina. “Fue Dios que nos dio a José David, y siempre tuvimos la confianza de que la sanidad vendría.” El niño tuvo una recuperación completa —ni siquiera hizo falta la fisioterapia de rehabilitación respiratoria, algo común en estos casos. Prueba de eso es que José salta, juega a la pelota y hace todas las actividades de un niño con vitalidad plena. “Gracias, Jesús”, dice, con toda la inocencia —y fe— de este mundo.