Oración del Patrocinador – 53
¡Adora al único Dios!
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«ESTOY MUY GRATA A JESÚS»
Dienyffer Alves siguió una orientación divina y fue ricamente bendecida en su vida profesional, familiar y espiritual
Viviane Castanheira
Desde que aprendió a pedir la orientación de Dios para su vida, Dienyffer Alves Benites, de 34 años, ha alcanzado muchas bendiciones. La primera fue en el área familiar. Desde chica, se acostumbró a trabajar para ayudar a sostener la casa, hábito que continuó después de casarse y de que nacieran sus hijos. Sin embargo, a lo largo del tiempo, se dio cuenta de que necesitaba pasar más tiempo con los hijos. En esa época, Dienyffer era gerente de una tienda de conveniencia y trabajaba incluso los finales de semana. “Ya no tenía más tiempo para ellos, vivía dejándolos con la niñera o en la escuela. Mi hijo más chico siempre estaba enfermo, nunca se sanaba”, cuenta la mujer de Mato Grosso, Brasil, que es mamá de Anny Emanuelly, de 9, y Cezar Henrique, de 5.
Dienyffer empezó a sentirse mal por esta situación, pero no tenía la dimensión del mal que su ausencia podría causarle a los pequeños. “No percibía cómo esto afectaba a mis hijos, solo sentía que algo estaba mal.” Un día, fue advertida por una hermana de la Iglesia. Sin pensar dos veces, Dienyffer decidió trabajar en otra área, con una carga horaria menor y de lunes a viernes. La convivencia familiar mejoró, pero ella aún se sentía que había algo por hacer. “Entonces, Le pedí a Dios una orientación. Como siempre me gustó el área estética, opté por hacer un curso de extensión de pestañas.” Decidida, Dienyffer dejó el empleo formal para dedicarse a la nueva profesión.
Este cambio radical invadió de temor el corazón de la, ahora, esteticista de pestañas. “Tuve mucho miedo de que faltaran cosas en casa, porque yo siempre ayudé a mi esposo en las cuentas. Pero aprendí a pedir a Dios la orientación de todo y sabía que Él no dejaría que faltara nada, como nunca lo permitió. De a poco, me fui adaptando a la nueva rutina.”
Con más tiempo libre, ella se volvió asidua en las reuniones de fe de la Iglesia. “Empecé a participar de las reuniones de la prosperidad y a aprender más sobre lo que Jesús tenía para mí. Entonces, puse mi fe en acción. Pasé a ser fiel al Señor en todos los sentidos. Abrió las ventanas de los cielos y derramó abundancia sobre mi vida económica”, cuenta. Dienyffer empezó a ofrecer el servicio a mis clientes de manera improvisada en su casa, hasta que decidió patrocinar su iniciativa. A partir de allí, Le pidió a Dios un espacio para trabajar.
Un día, durante una reunión, el pastor sugirió que los hermanos hiciesen una oración especial. “Dijo que determináramos la unción de aceleramiento. Clamé con toda mi fe. En ese momento, sentí el poder de Dios que se manifestaba en mí, algo inexplicable sucedió”, cuenta Dienyffer, que congrega con la familia en la IIGD Sinop, en Mato Grosso, Brasil.
De hecho, algo cambió. Esa misma semana, Dienyffer consiguió un local para ofrecer su servicio. “El Señor me bendijo, y, con mi esposo, logré montar mi espacio. Hoy, para honor y gloria de nuestro Señor, atiendo en un local con comodidad para mí y mis clientes”, se alegra. Se imaginaba que el proceso de encontrar un lugar y montar la estructura llevaría, por lo menos, un año. Sin embargo, la bendición sucedió la misma semana de la oración. “Reconozco las atenciones de Dios hacia mí y hacia mi familia. Cuando aprendí que la fidelidad al Padre forma parte del proceso, abrí más mi corazón y, principalmente, mi mente para obedecer y ser fiel en todo. El Señor tiene placer en bendecir Sus hijos, y yo estoy muy agradecida a Jesús por todo lo que me ha proporcionado”, se emociona.