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Especial
EL MILAGRO DEL NIÑO ABBEL
El tumor cerebral desaparece sobrenaturalmente
O’hara Santos
El boliviano Abbel Cuata tiene solo ocho años, pero ya conoce el poder de Jesús. Residente de Colorado, barrio de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, nació con un tumor cerebral. Sin embargo, la enfermedad solo se descubrió cuatro años después, cuando el niño se cayó de una silla, afectando gravemente la cabeza. “Mi hijo se sometió a una cirugía que, desafortunadamente, no tuvo éxito y terminó dañando la hipófisis (glándula pituitaria), una estructura ósea ubicada en la base del cerebro. Era necesario colocar una válvula que conecta el cerebro con el estómago, para realizar la misma función que el órgano”, explica la mamá, Maybe Cuata Kataro, de 40 años.
Después del procedimiento, el niño comenzó a vivir con otros problemas: pérdida excesiva de peso e hinchazón del vientre. Un sufrimiento que duró cuatro años. Por ello, los médicos decidieron realizar otra intervención quirúrgica. Esta vez, para colocar una válvula del cerebro al corazón y extirpar el tumor cerebral. Mientras tanto, la mamá de Abbel descubrió los servicios de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios a través del Show de la Fe y comenzó a asistir a los servicios y a interceder por su hijo. “Oraba para que los médicos fueran guiados por el Señor, porque no había otra solución”, recuerda.
La transformación
A pesar del pronóstico, hubo un cambio en la condición clínica del niño. “Los especialistas lograron drenar el líquido de su vientre, y cuando iban a realizar una nueva operación para extirpar el tumor en su cerebro, el Señor realizó el milagro. Los análisis encontraron que mi hijo estaba sano y ya no necesitaba ninguna intervención”, dice Maybe, quien asiste a la IIGD en Santa Cruz de la Sierra.
Confiados, mamá e hijo regresaron al hospital para obtener el certificado médico y recibieron la confirmación: “La salud de Abbel está restaurada. Los especialistas no entendieron lo que pasó”, celebra la mamá.
A diferencia de los profesionales, el pequeño Abbel Cuata sabe lo que sucedió: “Era un problema irresoluble, pero Dios es maravilloso. Él nos sana y vive en nuestro corazón”, describe Abbel convencido. El niño también extiende una invitación: “Deje que Jesús entre en su vida. Él puede cambiar su historia”.
Maybe comparte la alegría de ver esta restauración. “El poder de Dios es real. Mi hijo está sano, gracias a Jesucristo, que lo limpió de una manera que ni los médicos entendieron”, celebra la mamá, y agrega: “No fue necesario operarlo, ya que el tumor desapareció. Estoy muy agradecida con el Señor, los pastores y toda la congregación”.
Para el pastor Éder Luís, líder de la IIGD en Bolivia, este testimonio marcó sus 28 años en el ministerio de la Iglesia dada la complejidad del caso. “Dios escucha y responde. Por eso, la importancia de que una mamá o cualquier otro miembro de la familia busque la ayuda del Creador por el bien de la salud de un ser querido”.