Nueva vida sin cigarrillos
En cumplimiento del pedido
Carlos Fernandes
EN LOS BRAZOS DEL PADRE
Con Cristo, Walida dejó atrás los complejos, el sentimiento de abandono e inferioridad y sabe que es la hija del Rey
En el área emocional, pocas cosas son tan malas y devastadoras como el rechazo. Peor aún, cuando se trata de alguien menos esperado, en este caso, su propio padre. Esta terrible experiencia fue la causa de graves y duraderos problemas psicológicos que afectaron a la comerciante y peluquera Walida Luciellen de Sousa Oliveira, ahora de 30 años. Desde que su mamá quedó embarazada de ella, su padre la rechazó. “Como él tuvo un episodio severo de paperas, se creía estéril”, dice la joven. “Por eso, pensaba que no era su hija. Así que fui abandonada por él todavía en el vientre de mi mamá”.
Walida creció en medio de complejos y sentimientos de inferioridad. “Yo misma me rechazaba”, admite. “No entendía por qué existía; me sentía triste, ansiosa y despreciada”. En su razonamiento, la culpa por el abandono de su padre era de ella. La situación se agravó cuando se enteró de que, en lo que respecta a la relación con sus hermanastras, la situación era diferente. “Me entristeció mucho cuando me enteré de que mi padre biológico vivía con su otra hija y cuidaba de una hijastra. Solo yo no tenía su apellido en mi documento”. Financieramente, su vida también iba mal. Dependiendo únicamente de los ingresos de su mamá, la familia pasaba necesidad.
Todos estos factores hicieron que Walida fuera problemática. Era insegura y perfeccionista: el deseo de satisfacer a los demás agravaba su condición–. Además, sus relaciones eran superficiales: “Atraía a personas que no me valoraban y eso me frustraba. Llegué a creer que no era capaz de nada. Tenía depresión y ganas de morir”. Las cosas solo empezaron a cambiar cuando la invitaron a participar en un retiro evangélico. Miembro de otra religión, ella resistió a la invitación: “Tenía miedo de los creyentes, pensaba que eran locos, pero fui de todos modos. Cuando preguntaron quién quería aceptar a Jesús como Señor, Salvador y Padre, ni siquiera lo pensé. Durante la oración, otros y yo fuimos bautizados en el Espíritu Santo. Nunca me había sentido tan bien”.
Sin embargo, era necesario hacer las paces con el pasado. “Dios me hizo comprender lo preciosa y amada que soy. Desde entonces, he buscado comprender a mi padre y perdonarlo”. Una prueba de ADN confirmó el vínculo sanguíneo. “Su reacción fue de alegría; pero aún no conoce a Cristo”. Para Walida, el Señor lo alcanzará. “Mi papá necesita ayuda, y hoy puedo decir que lo amo”.
Según la Palabra, el Señor hace nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5), y así ha sido en la vida de Walida. Actualmente, se siente hija del Rey, casada desde hace ocho años, es amada y valorada. “Jesús cambió mi vida de un escenario de muerte y dolor a uno de alegría, vida, éxito, esperanza y confianza”. Miembro activo de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, encuentra en el templo un espacio para expresar sus talentos y habilidades: “Soy profesora en la escuelita dominical y participo en las actividades del ministerio Mujeres que Vencen. Me siento honrada de poder hacer algo para Dios, ya que Él ha hecho tanto por mí. Quiero que las personas también experimenten este cambio”.