Más que vencedores
Bendiciones para mamá e hija
COMPARTILHE
CUANDO EL MIEDO INTERRUMPE LA VIDA
El trastorno de ansiedad afecta un 80% de los brasileños, pero es posible superarlo
Carlos Fernandes
La operadora de telemarketing, Patrícia Alves dos Santos, se dio cuenta que sus preocupaciones por la nueva pandemia de coronavirus se superaron cuando sintió palpitaciones, insomnio y episodios de llanto. A estas alturas, a mediados del año pasado, cuando las muertes por covid-19 se dispararon, estaba desesperada. “Me aterrorizaba enfermarme y ser intubada, o que mis padres murieran”, recuerda. Aunque era cristiana y miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD), su angustia iba en aumento. Un caso típico de trastorno de ansiedad, un trastorno mental que afecta, en mayor o menor medida, al 80% de los brasileños, según un estudio realizado en 2020 por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). “Por cierto, cuando las iglesias y los comercios empezaron a cerrar sus puertas, empezó mi desesperación”, continúa Patrícia. “Me irritaba y sentía un vacío que nada llenaba, no importa cuánto leía la Biblia y oraba”.
Antes de esta crisis, Patricia nunca había tenido un cuadro similar. “Sin embargo, en ese período, solo me ocurrieron cosas negativas”, revela. Ni siquiera cuando regresaron gradualmente los servicios presenciales, se sentía segura: “Llegaba bien, pero me sentía tan mal durante la reunión que quería volver corriendo a casa”. No obstante, la joven encontró sanidad en la casa del Señor. “Un día, cuando escuché una palabra predicada por mi pastor, sentí una alegría como nunca antes había experimentado. Salí de la Iglesia aliviada. A partir de ese día mejoré. Hoy, siento paz y alegría. Gracias a Dios, Cristo me liberó”, celebra.
Pero, los ataques de ansiedad no siempre tienen un final feliz. Mucha gente pasa su vida sufriendo esta aflicción. Las causas son variables, pero suelen implicar una excesiva preocupación por el futuro o una baja autoestima, moldeada en la infancia por un entorno negativo o de desvalorización. El hecho es que todo ser humano, en un momento dado, se enfrentará a la ansiedad, especialmente cuando esté ante desafíos inminentes o situaciones de expectativa. Cuando el sentimiento deja su momentánea inseguridad y se vuelve paralizante, perturbando el ámbito personal, social, familiar y profesional, la ansiedad puede convertirse en un problema grave.
Eso es lo que le pasó a la comerciante Maria Margarida Pontes Barreto. En su caso, el doloroso proceso duró más de cinco años. “Tuve muchas pérdidas materiales y familiares por ansiedad, trastorno de pánico y depresión”, recuerda. Ella buscó una salida en la bebida, y su situación solo empeoró: “Me puse aún más fuera de control. No tenía paciencia con nada ni con nadie”. Sintiéndose acusada por su familia e inferior, Margarida se estaba aislando de otras personas, presa a pensamientos negativos, incluido el suicidio. Por eso, su esposo y su mamá se dieron cuenta de que habría que adoptar una actitud radical y llevaron a la comerciante a un psiquiatra. “El médico me dio medicamentos para usar durante tres meses, pero algo me dijo que serían en vano”.
La respuesta vino de arriba. Después de hablar con Dios pidiendo por su transformación, encendió la televisión y el programa Show de la Fe estaba al aire. La Palabra predicada por el Dr. Soares tocó su corazón. “¡Quiero a este Dios!”, pensó. Tomó nota de la dirección de la IIGD y fue a la reunión de fe. Ella comenzó a asistir a la iglesia y el Señor la transformó. “Dejé que el Creador hiciera Su obra en mí, sanando mi interior”. Los ayunos, oraciones, lecturas de la Biblia y otros hábitos espirituales se convirtieron en parte de su rutina. Así, puso en práctica las enseñanzas recibidas. “Y todo cambió”, se regocija. “Ese proceso fue la forma que utilizó el Padre para atraerme a su Reino”. Maria Margarida se convirtió en colaboradora de la IIGD y, hoy, se siente plena: “Tengo paz, amor, mansedumbre, paciencia, longanimidad y una familia bendecida”, enumera.
Distorsión de la realidad
Si bien reconoce el valor de la fe y cree que la confianza en el Señor es fundamental para superar la ansiedad, la psicóloga clínica Esther Carrenho, enfatiza que, en diversas situaciones, es necesario buscar ayuda profesional, a través de la psicoterapia y el uso de medicamentos psiquiátricos. “La ansiedad es el miedo excesivo a que algo salga mal, a que sucedan cosas negativas: una enfermedad, un accidente, no tener éxito. El individuo solo ve lo malo”, destaca. Este es el caso de quienes desarrollan Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), desencadenando conductas extremas, como renunciar al contacto con otras personas y no querer salir de casa. “Hay una distorsión de la realidad. El individuo tiene tanto miedo de lo que le pueda pasar que tiene pensamientos recurrentes, ya no puede dormir y tiene varios síntomas fisiológicos”.
“Lo interesante es que la ansiedad siempre está ligada al futuro”, prosigue la psicóloga, que trabaja en esta área desde hace 25 años. Según Esther, las experiencias traumáticas pueden desarrollar ansiedad, ya que se establece el miedo a que algo, o una situación similar, vuelvan a suceder. “Esto puede dejar huellas para el resto de su vida”, destaca. Esther atiende a varios clientes que tienen una sensación permanente de derrota: “Dicen que es inútil intentarlo, porque no lo lograrán”. Así, el ansioso es incapaz de vivir hoy, porque siempre está sufriendo de antemano. “Creo que este es uno de los peores efectos de la ansiedad”, comenta la psicóloga.
Thais Benevente, pastora y presentadora de programas en la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, conoce este y otros desarrollos de la ansiedad. Siendo aún muy joven, en la universidad, comenzó a notar ciertos cambios en su comportamiento. “Sentía una tristeza y un malestar físico, como si mi cuerpo estuviera descontento”. Y esto, dice Thais, en un momento en que las preocupaciones sobre el mañana son menos comunes. “Todavía no era cristiana y vivía como cualquier joven del mundo: en las fiestas, disfrutando de lo que yo consideraba libertad”. No obstante, con esos sentimientos vinieron síntomas físicos, como mareos, visión borrosa y taquicardia, y las crisis se hicieron frecuentes. “Descubrí que no había un desencadenante específico: eran problemas acumulados que se convertían en grandes problemas. No me tranquilizaba; era como si corriera dos veces en un campo de fútbol, a máxima intensidad”, compara.
Las consultas con médicos de diversas especialidades no resolvieron su problema. Solo después de esto se planteó la hipótesis de un ataque de ansiedad. “Me sorprendió porque nunca me consideré ansiosa. Pero, este trastorno ocurre independientemente si notamos las preocupaciones o no”. Con el tiempo, la pastora superó esa dificultad, pero quedó impresionada. Esto la impulsó a desarrollar un trabajo de apoyo a quienes enfrentan el mismo drama. Es la serie Depressão Tem Cura –La depresión tiene cura–, transmitida por su canal en YouTube. “Comparto partes de mi historia, uso versículos de la Biblia y enseño cómo, a través de la fe, es posible superar este trastorno”. Ella obtuvo esta inspiración al notar el considerable número de cristianos que enfrentan problemas emocionales sin saber cómo lidiar con ellos. “La ansiedad es parte de la vida diaria. Hoy, sé dónde buscar refugio y conozco la autoridad en Cristo para reprender este mal”. Thais Benevente señala: varios pasajes bíblicos muestran a personas de gran fe en Dios experimentando aflicciones causadas por la mente. “Elías, por ejemplo, se aisló en una cueva por miedo, creyendo que solo él todavía creía en el Señor”, dice, refiriéndose a uno de los principales profetas del Antiguo Testamento. “Según el libro de Eclesiastés, el día malo asola a todos, tanto al que cree como al que no cree. La diferencia está en servir al Señor y conocer nuestra posición ante Dios”.