Oración del patrocinador – 33
Fe en Cristo al pie de los Andes
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PASO DE FE
Maria Severina se inscribió como patrocinadora y conquistó su propia casa
Viviane Castanheira
En 2006, Maria Severina Alves de Lima, de 56 años, enfrentó serias dificultades financieras. Recuerda que no quedó sin hogar porque la amparó una amiga. “Estaba arruinada y mi amiga me ayudó. Estoy agradecida con Dios y con ella”, dice Severina, quien, a pesar de reconocer tanta generosidad, deseaba tener su propia casa.
Los problemas nunca hicieron que Maria Severina perdiera la fe. Asiste no solo a la congregación de la que es miembro, sino también a los servicios de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. “Soy de otra denominación, pero siempre me han gustado los propósitos y las reuniones de la IIGD”, revela.
Sin trabajo, Severina sintió el llamado divino y decidió contribuir a la obra del Señor. “El Todopoderoso puso en mi corazón el deseo de inscribirme como patrocinadora, así que di un paso de fe”, explica.
Como enseña el Dr. Soares, los convocados por el Altísimo para este fin reciben de Él los recursos para honrarlo. Eso es lo que le pasó a Severina. “A partir de ese día, Dios me abrió las puertas”. Consiguió un trabajo de ventas y cada día crecía su base de clientes. En la fecha de vencimiento del boleto del patrocinador, Severina hizo los cálculos y descubrió que tenía mucho más de la cantidad necesaria. “A través de este compromiso, Dios hizo un movimiento y obtuve mi casita”, enfatiza.
Años más tarde, con su vida económica estable, Severina puso su casa al servicio del Maestro. Desde entonces, el inmueble ha sido utilizado por su denominación como punto de predicación del Evangelio. Como resultado, se mudó a un apartamento alquilado. A fines de 2021, Maria Severina le pidió a Dios una residencia más grande para instalarse y se la concedió. “El Señor abrió una puerta casi imposible”, dice, refiriéndose a una propiedad que compró con su hija. “Acabo de adquirir un departamento”, garantiza Maria. A pesar de no ser evangélica, la hija de Severina, Deyse Kelli, de 33 años, reconoce la mano divina en la trayectoria de su mamá. “Me siento feliz de ver que Dios la honra. Sé que estas conquistas vinieron de Él”, dice Deyse. “Vivo para el Señor. No tengo palabras para agradecerle su amabilidad conmigo y mi familia”, celebra Severina. Me gusta la Iglesia de la Gracia y creo en el ministerio del Dr. Soares. Siempre veo los servicios por televisión y visito la Iglesia”, concluye Maria Severina, quien, además de Deyse, tiene dos hijos más y cinco nietos.