Bendición material
Las ventas se multiplicaron
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VICTORIA SOBRE EL ALCOHOLISMO
Tras 12 años de lucha, Erneildo es liberado
Viviane Castanheira
“Nunca tuve inclinación por fumar cigarrillos o consumir otras sustancias. Mi debilidad era beber”. Erneildo Pontes de Freitas, trabajador autónomo de 52 años, define así su pasado. Nacido en Ceará-Brasil, comenzó a beber socialmente, pero perdió el control y se volvió dependiente durante 12 años.
La falta de oportunidades en su ciudad natal hizo que Erneildo se trasladara al municipio de Vilhena (Rondonia-Brasil). En el nuevo domicilio logró trabajar en una empresa, pero renunció al ver la posibilidad de cumplir su sueño de ser músico. “Me gustaba tocar y cantar, así que acepté la invitación para unirme a una banda local”, explica, quien quedó deslumbrado por la cantante principal del grupo, Luzia Janete Balbo de Freitas, hoy de 52 años, con quien se casó.
En ese momento, beber alcohol se convirtió en una rutina. Esta fue la forma que encontraron para aliviar la tensión, ya que las presentaciones del grupo imponían un ritmo diferente al que estaba acostumbrado Erneildo. La falsa impresión de mejoría duró poco y necesitó dosis cada vez mayores para controlar sus emociones. “Tal actitud causó problemas. No trabajaba bien y avergonzaba a mi esposa”, lamenta. El autónomo tomó conciencia de su alcoholismo recién después de tener una crisis de abstinencia. “Me comprometí a recuperar la sobriedad en la víspera de Año Nuevo de 2000, porque teníamos un horario que cumplir. Sin embargo, la brusca abstinencia de la bebida me provocó una convulsión”, revela.
Ante esta preocupante situación, Luzia buscó la ayuda de un profesional y descubrió que su esposo sufría de alcoholismo crónico. Sin saber ya cómo ayudarlo, le pidió oración a una tía que es evangélica. Tras el susto, Erneildo inició un tratamiento con medicación y dejó de beber. Durante este período, la vida familiar cambió y la pareja fue bendecida con la llegada de su primer hijo, Caio Henrique, que ahora tiene 19 años. Cuando el niño cumplió un año, Erneildo decidió regresar a Ceará. “Fui a buscar trabajo y mi esposa se quedó con nuestro hijo”.
Lejos de su familia, Erneildo retomó su antiguo hábito. Sin perder la esperanza de ver liberado a su esposo, Luzia fue a su encuentro y no escatimó esfuerzos para ayudarlo, pero todo parecía en vano. Después de seis meses en Ceará, regresaron a Rondonia. Allí, Luzia se convirtió a Jesús y clamaba por la salvación de su esposo, entonces desempleado a causa de su compulsión por la bebida. “No podía mantenerme lucido, y cuando lo intentaba, las crisis regresaban y perdía mi trabajo”, recuerda.
Luzia consiguió un trabajo y empezó la universidad. “Yo era la mamá y el papá de mi hijo y además debía cuidar a mi esposo. Fue un período difícil. Sin la gracia de Dios, no lo hubiera soportado”. Tiempo después, fue seleccionada en un concurso público y se mudó con su familia a Cáceres (Mato Grosso), donde comenzó a asistir a las reuniones de fe en la IIGD de la región.
Dispuesto a cambiar, Erneildo aceptó ser internado en una clínica de rehabilitación para drogadictos, pero tuvo una recaída a la semana de ser dado de alta. En medio de este caos, Luzia quedó embarazada del hijo menor de la pareja, Carlos Eduardo, que ahora tiene 11 años. Mientras su esposa trabajaba, cuidaba del niño y del embarazo, el músico se hundió en la dependencia química. “Varias veces mi esposa me encontró en casa en coma alcohólico y me llevó de urgencia al hospital. La situación era insostenible”, lamenta Erneildo. Sin embargo, Dios escuchó la oración de Luzia: “Empecé a buscar a Dios. A veces iba a la iglesia, incluso cuando estaba borracho, porque quería ser liberado. Ya no podía soportar vivir así. Sabía que el enemigo estaba tratando de acabar conmigo y con mi familia”, afirma Erneildo.
Meses después, ocurrió el milagro. En septiembre de 2014, Erneildo se entregó a Cristo. “A partir de ese día, no bebí más. El Señor me liberó, me sanó y me puso sobre el altar. Tengo hijos bendecidos y una esposa que me ama”, se regocija, reconociendo el sacrificio de Luzia: “Mi esposa se mantuvo firme en la presencia del Padre y luchó por mi vida. Si ella no me hubiera cuidado, es posible que ni siquiera estuviera vivo». Ernildo es ministro de alabanza y trabaja con su esposa y su hijo mayor en IIGD en Cáceres (municipio do estado brasilero de Mato Grosso) “Estamos muy felices y vivimos para exaltar al Señor Jesucristo”, concluye Luzia.