“Todos los días, agradezco a Dios por todo”
Misiones Mundiales – Marruecos
COMPATILHE
PÉRDIDAS TRANSFORMADAS EN GANANCIAS
La profesora Célia cuenta cómo el Señor restauró su matrimonio y le dio la victoria
Carlos Fernandes
Pérdidas. ¿Quién no se siente afligido ante una pérdida? ¿Y qué decir de una sucesión de pérdidas en un corto intervalo de siete años? Esto es lo que le ocurrió a la profesora Célia Rocha Albuquerque, cuando su esposo abandonó el hogar, en 2015. Además de la ruptura del matrimonio, Célia, que tenía un hijo de apenas un año, perdió el empleo al poco tiempo. “Me sentía completamente sin norte, sin saber qué hacer”, recuerda Célia, que, en 2008, ya había perdido una hija durante el parto. “Me negaba a aceptar más pérdidas familiares.” Por entonces, no sabía que, en los tiempos del Señor, todo sería restaurado.
Fueron años de muchas dificultades emocionales. Célia era miembro de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios desde 2009, donde llegó gracias a su hermana, en busca de auxilio espiritual para superar la depresión que le causó la muerte de su hija. “Me sentía derrotada, porque creía que me había casado para toda la vida, y siempre oraba por eso.” Célia inició un largo período de oraciones y participación en campañas de fe por la restauración de su familia. Pero la respuesta parecía no venir. Finalmente, se cansó de luchar y firmó el divorcio en 2020.
Fue a partir de allí que el Señor cambió el rumbo de las cosas. Al año siguiente, el exesposo, Leandro, la buscó para contarle que había hecho un curso para hombres cristianos. “El detalle es que fue la persona que vivía con él quien lo inscribió en el curso”, destaca. Seguir manteniendo esa otra relación se hizo inviable, pues Leandro fue orientado por el Señor para que volviera a casa. Célia y Leandro conversaron bastante, y, en agosto de 2021, reanudaron la pareja. “Descubrí que mi madre había patrocinado a Leandro, y él volvió el tercer mes del voto.”
Célia experimentó la restitución divina. Aunque no esté trabajando, pues escogió dedicarse al hogar, ella y su esposo lograron vender el inmueble donde vivían, pagar deudas con el valor recibido y mudarse a un nuevo apartamento, completamente pago. Leandro, que es programador, comenzó una empresa de cero y está conquistando nuevos clientes. “Dios fue fiel durante todo ese tiempo y, aun cuando desistí de mi lucha, Él no me abandonó y oyó mis súplicas.” Hoy, la familia frecuenta la IIGD en la ciudad brasileña de Vitória y el pequeño Henrique, de ocho años, está muy feliz. “Él siempre tuvo un amor inmenso por el padre. Agradezco a Dios y a todos los pastores y hermanos de la Iglesia de la Gracia que se pusieron a disposición para ayudarme en oración.”