Test – Septiembre – 2023
El camino a la victoria
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«DIOS REESCRIBIÓ NUESTRA HISTORIA»
Después de tener un encuentro con Jesús, Maria Marleide vive el amor de Cristo en familia
Viviane Castanheira
La trayectoria de la cocinera Maria Marleide Ramalho, de 52 años, es un ejemplo de la transformación que provoca el poder de Dios. Antes de conocer a Jesús, buscó tanto la felicidad que no se dio cuenta de cuánto sus decisiones dañaban a su familia. “Yo era rebelde y mi hogar no estaba estructurado. Me comprometí a criar sola a mis tres hijos, pero siempre tuve relaciones con personas equivocadas. A menudo salía de casa por la mañana y regresaba al amanecer”.
La hija de Marleide, Eloisy Ramalho, de 24 años, recuerda con tristeza esa época. “Crecí en un hogar sin base. Nunca acepté el hecho de que mi mamá se fuera temprano y llegara tarde a nuestra casa”.
Sin embargo, el turbulento camino dio un giro en 2014, cuando la matriarca fue invitada por una vecina a participar de un encuentro de fe en la sede de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios en Fortaleza (Ceará, Brasil).
“Un día antes de ese servicio bebí, lo que me dio vergüenza y por eso no quise ir, pero mi vecina insistió, diciéndome que Dios me aceptaría tal como yo era”, cuenta Marleide, que ingresó a la IIGD un miércoles. “Cuando llegue, sabía que necesitaba de luchar por mi familia. Entonces decidí fortalecerme espiritualmente y hacer propósitos”. Al poco tiempo, la situación empezó a cambiar. “Me aferré al Señor y él me liberó”.
La transformación de Marleide llamó la atención de Eloisy, quien decidió asistir también a los servicios. Entregó su vida a Jesús y comenzó a orar con su mamá por la conversión de su hermano, Emanuel Ramalho, de 27 años.
El joven estaba involucrado en prácticas ilícitas, y su mamá sabía que la única forma de ayudarlo era clamar al Señor para que lo protegiera y lo sacara de esa situación. Y así sucedió. En diciembre de 2016, Emanuel recibió un disparo encima del ojo derecho y fue salvado milagrosamente por el Señor. “Sentí mucho miedo en ese momento, no solo porque sabía que me estaba muriendo, sino también porque no tenía salvación”, recuerda Emanuel, quien, en momentos de pánico, reflexionaba sobre sus elecciones. “En una fracción de segundos me entregué a Dios, pidiéndole una nueva oportunidad”.
Emanuel obtuvo su pedido del Todopoderoso y sorprendió a los médicos. “No se sabía si la bala estaba alojada en mí o no, pero yo sabía que Dios había iniciado allí una gran obra”, asegura el joven. Durante un tiempo, el joven perdió la vista de ojo derecho y temió quedarse ciego, pero pronto el Señor lo consoló. “Me dijo al corazón que no me quedaría ninguna secuela”.
Después de permanecer bajo observación durante tres días, los médicos le dijeron a Emanuel que sufriría dolores de cabeza crónicos para siempre. “Gracias a Dios, ni siquiera siento que esté viviendo con una bala alojada en mí. Puedo ver perfectamente, no siento dolores ni tengo secuelas. Estoy bendecido. Me casé y estoy haciendo la obra de Dios”, celebra Emanuel, que ahora es pastor asistente de la IIGD en Montes Claros (Mato Grosso, Brasil). “Amo este ministerio y la nueva vida que el Señor me ha dado. Es simplemente una victoria, para el honor y la gloria de este Dios maravilloso”.
Marleide se hace eco de su hijo: “Yo era un proyecto fallido. Dijeron que mi familia no llegaría a nada. Sin embargo, Dios reescribió nuestra historia”, cuenta la mamá, que continúa orando por el resto de sus hijas, Enara y Emanuella.