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«NUNCA MÁS TUVE QUE PEDIR DINERO PRESTADO»
Maria Nair fue bendecida con prosperidad y sanidad
Viviane Castanheira
Cuando empezó a ver el Show de la Fe, la periodista Maria Nair Nono Veiga, de 63 años, no tenía idea de cuánto podría mejorar su vida. Al principio no apreció la programación y dudó de la veracidad de los testimonios. “No tenía aprecio por el Dr. Soares, porque pensaba que las sanidades eran falsas, cosas arregladas con las personas de antemano. Pero seguí viendo el contenido. Aunque sea para criticar, pero no podía dejar de mirar”, confiesa.
Poco a poco la Palabra tocó el corazón de María y su opinión cambió. A ella le empezó a gustar el programa y entregó su corazón a Jesús. “Estaba feliz con lo que veía. Comencé a divulgar el Show de la Fe entre mis amigos y vecinos, para que otros fueran bendecidos”. Al poco tiempo, Maria se inscribió como patrocinadora. “Entendí la importancia del Show de la Fe. Entonces me convertí en una mantenedora y todo cambió. Dejé de sentirme tan ansiosa y empecé a ver cómo mi dinero se multiplicaba, hasta el punto de poder pagar mis deudas”, explica quien sirve al Señor en la Iglesia Internacional Gracia de Deus en Jardim Veloso, Osasco (São Paulo – Brasil).
En la IIGD aprendí a buscar al Señor y eso marcó una diferencia, especialmente en agosto de 2020, cuando sufrió un accidente laboral. “Me caí de una escalera y parte de una ventana se derrumbó sobre mi brazo”. Maria se lesionó directamente los nervios del brazo, lo que le provocó una parálisis. “Perdí el movimiento del brazo y experimenté un período doloroso. Los médicos me dijeron que la recuperación tardaría unos nueve meses. Sin embargo, sabía que era sólo una lucha”. Sintiendo dolor e siendo incapaz de trabajar, Maria asistía con mayor frecuencia la programación dirigida por el Dr. Soares y otros pastores de la IIGD. “Seguí las oraciones, bebí un poco del agua consagrada a Dios y derramé el resto en mi brazo. Confié en que mi salud se recuperaría pronto”. Y eso es exactamente lo que pasó. “Primero, comencé a mover los dedos. Luego moví parte del brazo lesionado. Los movimientos volvieron poco a poco, hasta que, apenas dos meses después del accidente, Maria quedó sana. “Volví a hacer todo lo que hacía antes. ¡Fue un milagro!”, se alegra, al regresar a trabajar esa semana. “No fue sólo por la Medicina, sino principalmente por la fe. Mi brazo está funcionando bien. Gracias a Dios pude aferrarme a la Palabra y estoy aquí testificando”, dice. “Durante 20 años formo parte de este ministerio que ha bendecido mi vida y me ha llevado a la sanidad divina. Nunca más tuve que pedir dinero prestado. No soy rica, pero el Señor multiplica mis recursos y puedo pagar mis cuentas todos los meses”, se emociona.