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VIDA ABUNDANTE
La abogada Mayara Lopes fue bendecida en las áreas física, emocional y financiera
Viviane Castanheira
La historia de la abogada Mayara Lopes, de 33 años, con la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD) está llena de milagros. Todo comenzó cuando ella conoció el Show de la Fe y fue sanada de una grave infección postoperatoria. Desde entonces, Mayara ha coleccionado testimonios. El primero aconteció a los 15 años, cuando fue atropellada y se fracturó el fémur. Debido a este accidente, la joven fue sometida a una cirugía de emergencia.
El momento era de miedo e incertidumbres sobre su porvenir, pero, sin perder la fe, su mamá, Fran Lopes, evangélica de otro ministerio, decidió hablarle de Jesús antes de admitir su ingreso en el centro quirúrgico. “Allí, entregué mi vida al Señor, y nunca me alejé de Sus caminos”, cuenta la joven, que tiene conciencia de la liberación que recibió. “Podría haber muerto en ese accidente, pero el Señor tenía un propósito de salvación para mí”, asegura.
El procedimiento fue realizado con éxito, pero la recuperación fue larga y dolorosa. En la cirugía, los médicos le colocaron en la pierna una placa de platino que, tiempos después, provocó una grave infección. Mayara oyó de los especialistas que el miembro podría terminar siendo amputado, si no era posible controlar la infección. Ante una situación tan grave, la joven debió dejar su ciudad natal, Vitorino Freire (Maranhão, Brasil), para someterse a una nueva cirugía en Teresina (Piauí, Brasil).
El cambio aconsejado por los médicos estaba en los planes de Dios. En Teresina, se albergó en una pensión, donde conoció el Show de la Fe. “La TV estaba encendida en ese programa, y el pastor pidió que tomásemos un vaso de agua, pues él iba a orar, y quien bebiese de ella sería sanado.” Sin pensar dos veces, siguió la instrucción. “Tuve fe, bebí esa agua ungida y fui sanada de la infección.” La nueva cirugía fue realizada sin dificultades, y, hoy, Mayara tiene una certeza: “¡Jesús me sanó y me salvó! Por eso, tengo mi vida como propósito”, explica ella, que, después de esa experiencia, estudió y se graduó como abogada.
Años más tarde, Mayara vio cómo la bendición alcanzaba su vida profesional. Al comienzo de su carrera, como contaba con poca experiencia y competía contra grandes bufés, la abogada tenía pocos clientes y, en consecuencia, no alcanzaba a tener buenos rendimientos. “Todo el dinero que ganaba era para pagar las cuentas, y no me sobraba nada. Veía a otros profesionales de la rama que prosperaban y crecían, pero mi demanda era insuficiente, aunque yo era fiel al Señor en los diezmos y en las ofrendas”, cuenta Mayara, que decidió patrocinar su negocio.
Poco tiempo después de ese acto de fe, empezaron a surgir nuevos contratos. “Clientes nuevos empezaron a indicar mis servicios a otros, y los clientes antiguos regresaron. ¡Fue pura bendición y crecimiento! Conseguí también un contrato con una empresa que posee varias filiales en el país. Desde entonces, he abogado para todo Brasil y he ganado el 90% de mis causas, ¡para gloria de Dios!”, remarca Mayara, que se desempeña, hace siete años, en el área laboral.
En el campo familiar, Mayara también fue agraciada por el Señor. Casada con el médico Caio Sampaio, de 32, hacía cinco años, soñaba con tener un hijo. Sin embargo, ese no era el deseo de su cónyuge, hasta que él fue tocado por el Altísimo: “Dios colocó el deseo de ser padre en su corazón”. A pesar de que ya estaban de acuerdo en tener un heredero, la gestación no aconteció inmediatamente.
Mayara relata que, en esa época, vivían en Barretos (São Paulo), donde Caio estudiaba una especialización. En la IIGD de la ciudad, participó de un propósito que la llevó a la bendición de la maternidad. “Hice el propósito de la rosa. El pastor nos entregó tres rosas y nos orientó a colocar cada una en un lugar determinado. Guardé una de ellas en una caja de presente. La reservé para dársela a mi esposo junto a la noticia del embarazo.” Y así ocurrió: un mes después de la campaña, Mayara confirmó la gestación de Pedro Victor. “El Señor me dio un hijo varón como yo pedí”, se alegra la abogada, que frecuenta a IIGD Vitorino Freire (MA).