Doble honor
Fe en acción
NUEVA VIDA
En Cristo, André Lucas superó un grave accidente
En 2015, André Lucas Costa Galvão, de 29 años, se fue a vivir en otra ciudad, en busca de una vida mejor para él y su esposa, Cibele Araújo dos Santos Galvão, de 31 años. Sin embargo, el sueño se trasformó en una pesadilla. Un mes después de mudarse, André sufrió un grave accidente y perdió una pierna.
Además de las consecuencias físicas, la amputación provoca impactos emocionales en una persona, generando ansiedad, estrés y baja autoestima. Incluso puede provocar depresión y aislamiento social. Eso le pasó a André. Antes del accidente, el auxiliar administrativo tenía una rutina de trabajo diaria y salía a beber los fines de semana. No obstante, la pérdida de una de sus extremidades inferiores cambió drásticamente su vida cotidiana.
Luego de 23 días de hospitalización, marcados por el miedo y la inseguridad, el joven descubrió que tendrían que volver a operar su pierna. En medio de la desesperación, André recibió la visita de su padre, Elias Sena Costa Galvão: “Gracias a Dios, él dijo sabias palabras en el momento oportuno”, dice. Elías usó la Biblia para consolar a su hijo. “Pidió permiso y leyó Hebreos 10: 35-39. El texto decía que tenía que ser perseverante, y en esa ocasión entregué mi vida a Cristo”, reconoce André, quien, en seguida, fue llevado al quirófano.
A los pocos días, André salió del hospital acompañado de Cibele. De camino a casa, pasaron por la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, y el auxiliar administrativo decidió entrar: “Una voz me dijo que debía congregarme allí”, recuerda.
El proceso de recuperación y adaptación de André tomó un año. Durante este tiempo, aprendió más acerca de Dios: “Comencé a leer la Biblia y el Señor fue actuando en mi corazón. Cuando obtuve la prótesis, volví a esa Iglesia. Me recibieron muy bien y ya no salí de allí”, recuerda con cariño.
Cibele había dejado de asistir a la IIGD, pero decidió caminar con su esposo luego de ver el cambio en su comportamiento. “Dos meses después de unirme a la Iglesia, me bauticé. En 2017 me casé legalmente con Cibele, y hoy somos parte del ministerio de alabanza, apunta André, quien lleva 12 años con su esposa. Son padres de Fiorella, de 4 años. “El Señor nunca me ha desamparado. Es una bendición formar parte de este ministerio”, concluye André, baterista de la IIGD.