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“PADRINO” FUERTE
En vísperas de la jubilación, Esmeralda fue colocada en otro puesto, con el doble de su salario.
Carlos Fernandes
Llegar a la jubilación es el sueño de muchos trabajadores. En esta etapa, se dejan atrás las obligaciones profesionales y es posible dedicarse a la familia, al ocio y a la fe. Este fue el caso de Esmeralda Ferreira dos Santos, de 67 años, agente de servicios generales de la Secretaría de Educación del Estado, que en vísperas de terminar su período de cotización para entrar en la inactividad remunerada, comenzó a sentirse angustiada. “Ganaba poco y no quería jubilarme con ese salario”, dice. “Le hablé al Señor que ya había perdido mucho, pero creía que Él es justo”.
A pesar de las dificultades, Esmeralda entrega fielmente su diezmo y patrocina la obra del Señor desde que entregó su vida a Cristo, en la Iglesia de la Gracia. A finales del año pasado, la directora de su sección le dijo que se estaban tramitando las documentaciones para su retiro, pues contaba con 28 años de servicio público y dos más registrados –incorporados al cómputo–. Esmeralda realizó un propósito de oración, con el apoyo de los pastores de la Iglesia. “Estaban decidiendo mi futuro”, dice.
El último paso antes de su jubilación fue una licencia de tres meses, durante los cuales Esmeralda permaneció a la expectativa, buscando al Señor. Así que el director la llamó. “Me preguntó si tenía algún ‘padrino’”, informa, refiriéndose a la situación en la que una persona con poder o influencia actúa en nombre de alguien en el servicio público. Ante la negación, quedó asombrado: “El director me dijo que, en toda su carrera en Educación, nunca había visto algo así”. Esmeralda había sido reasignada a otro puesto, equivalente al de profesor asistente. “¡Mi salario casi se duplicó en la jubilación!”
Tan pronto como la primera remuneración salió como inactiva, Esmeralda se aseguró de no gastar nada antes de separar el diezmo y entregarlo a la congregación. “Di gracias a Dios y lloré de la emoción”, revela. “El director del departamento incluso bromeó conmigo, diciendo que le gustaría tener un padrino como el mío. Respondí que mi verdadero Padre y abogado es el Señor Jesús”. Ahora, Esmeralda solo quiere quedarse con sus tres hijos y dedicarse a sus nietos. “Dios me fortalece”, celebra.