Aprended De Mí
No deje que la tristeza lo domine
“Caminé por el valle de la sombra de la muerte”
Tras un pasado difícil, Suzana encontró en Jesús la fuerza para empezar de nuevo
Viviane Castanheira
Una trayectoria de luchas y victorias. Así describe la asistente administrativa, Suzana dos Santos Oliveira, sus 39 años de vida. Nacida en Patos, ciudad del interior de Paraíba, Brasil, tuvo una infancia de extrema pobreza y varios traumas. “Mi padre nos dejó y, tiempo después, con depresión posparto, mi madre hizo lo mismo. Desde entonces, mis siete hermanos y yo hemos tenido que sobrevivir solos”, lamenta. A los siete años, Suzana asumió la responsabilidad de cuidar la casa y sus hermanos menores, mientras los mayores trabajaban.
Después de tres años lejos, la mamá regresó a la casa y volvió a asistir a una iglesia evangélica con sus hijos. Al mismo tiempo, Suzana sufrió un intento de violación, pero no recibió contención materna. Decepcionada, la niña se alejó de Jesús. “Pasé hambre, necesidades y mantuve algunas relaciones abusivas. Tuve mi primer hijo en esa época”, lamenta Suzana, que decidió quedarse sola.
Años después, la asistente administrativa conoció a Marcone Silva Fortunato, de 29 años, y reconsideró su elección afectiva, pues soñaba con tener una relación amorosa sana. Sin embargo, se sintió frustrada de nuevo. “Viví un infierno. Él bebía mucho y las peleas eran constantes”. Esta relación problemática la distanció de las personas cercanas. “Dejé de hablar con mi suegra, mis hermanos y mis vecinos. En ese momento, me quedé embarazada de mi segundo hijo”.
En el sexto mes de embarazo, Suzana se cayó y fue llevada al hospital en estado grave. A causa del sangrado, dos paros cardíacos y un paro respiratorio, fue derivada a la unidad de terapia intensiva, donde permaneció en coma durante 17 días. “Cuando desperté, le prometí a Dios que si se apiadaba de mi hijo, le volvería a servir. Dadas las circunstancias, ni siquiera los médicos creían que sobreviviríamos”.
Días después, el equipo médico decidió sacar al niño del útero para intentar salvar a la mamá. “Advirtieron a mi familia que no podían garantizar que el bebé sobreviviera”. A pesar de todos los pronósticos, el niño vino al mundo sano. “Para honra y gloria del Señor, nació mi hijo sin ningún problema, con un peso de 2,4 kg”, recuerda. Sin embargo, Suzana no cumplió la promesa hecha al Señor. Antes de cumplir un año, al niño, Paulo Henrique, le diagnosticaron cisticercosis en la garganta –una enfermedad provocada por la ingestión de agua o alimentos contaminados– y Suzana reconsideró su decisión espiritual. “Sufrimos mucho. Gastábamos todo lo que teníamos en el tratamiento, y aun así existía la posibilidad de que el parásito se propagara a otras partes del cuerpo. Si eso llegaba a ocurrir, mi hijo podía morir”, recuerda. Desesperada, Suzana decidió buscar la ayuda divina y aceptó la invitación para participar en las reuniones de fe de la IIGD en su ciudad. “Ese era mi lugar. Me sentí segura en la casa del Señor”, subraya, quien se reconcilió con Jesús después de dos décadas.
Con la fe y la vida restaurada, Suzana inició un propósito de oración a favor del pequeño. “Puse aquella situación a los pies del Señor, y cuando ya estaba todo listo para ser hospitalizado, los análisis confirmaron el milagro: Jesús lo sanó”, celebra. Las bendiciones en la vida de su hijo ablandaron el corazón de Marcone y este se entregó al Señor. “Dios también restauró mi matrimonio y mi esposo. Hoy trabaja en el IIGD”, se regocija Suzana, maestra de la escuela bíblica de niños, ministra del coro y líder del grupo Mujeres que Vencen en Patos. “Soy parte de esta Iglesia que me acogió a mí y a mi familia”.
A través del grupo MQV, Suzana ayuda a otras mujeres de la región que, como ella, han vivido momentos de lucha, tristeza y soledad. “Yo era una de esas mujeres, así que entiendo muy bien sus historias. Caminé por el valle de la sombra de la muerte, pero reconocí al Salvador en mi historia y ahora enseño que son vencedoras en Cristo”, concluye.