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MÁS ALLEGADOS QUE HERMANOS
Niños y adolescentes encuentran, en la Iglesia, buenos amigos que los ayudan a transitar las fases de la vida
Viviane Castanheira
“Quien tiene amigos, lo tiene todo”, afirma un dicho popular. Por medio de los lazos de amistad, es posible encontrar alivio en los momentos tristes, compartir alegrías, aprender el sentido de la cooperación, la lealtad y la solidaridad. La amistad es importante en todas las fases de la vida, pero lo mejor es cuando esa afición comienza desde temprano, en la infancia. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, las amistades en la infancia fortalecen habilidades sociales y buenos comportamientos a medida que los niños se desarrollan.
Consciente de estos beneficios, la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios se empeña para promover la convivencia social entre niños y adolescentes de diferentes edades. Según la líder nacional del grupo Niños que Vencen (NQV), Jucimara Oliveira, el trabajo del ministerio no solo enseña la Palabra de Dios, sino que también promueve la creación de vínculos saludables y permanentes. Una de las preocupaciones de la Mis Ju, como es conocida, es la transición de la infancia a la adolescencia. “Constatamos que, a los nueve años, los niños necesitaban de un trabajo especial, una preparación para la adolescencia”, explica la líder, que se unió a los Jóvenes que Vencen (JQV). “Recibimos las orientaciones de Dios en oración y empezamos a trabajar siguiendo una progresión continua, como ocurre en las escuelas. Entonces, a los nueve años, nuestros niños son estimulados a participar de los cultos de la juventud, seguir las redes sociales del JQV y a relacionarse más de cerca con ellos”, explica la Mis Ju, que percibió un aumento en la interacción entre los preadolescentes. “Es posible promover una socialización dentro de la Iglesia y, así, crear vínculos que persistirán a lo largo de la vida. El mismo grupo de amigos desde la sala del ministerio infantil hasta la juventud.”
La preocupación de Jucimara es legítima. De acuerdo con una encuesta del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el número de adolescentes, entre los 13 y 15 años, que dicen no tener amigos creció en Brasil. El problema alcanza el 3,2% de los estudiantes de las escuelas públicas y particulares del país. Esta información forma parte de la Investigación Nacional de Salud del Escolar –Piense– divulgada en julio este año y basada en datos recogidos en 2019. Además de perjudicar el proceso de aprendizaje en la infancia, esa “falta de amigos cercanos” puede impactar de forma negativa en el desarrollo en la juventud.
Canal de salvación
En todos los templos de la IIGD, niños y adolescentes son estimulados a participar de las actividades específicas para su edad, de forma que se sientan más cómodos para compartir sus experiencias. Jucimara recuerda un pedido que una vez hizo una niña de diez años. “En uno de nuestros cultos, pidió oración por una amiguita de la misma edad, que ya había intentado quitarse la vida dos veces. Su relato nos muestra la realidad, por eso necesitamos envolver a nuestros niños en la casa de Dios, para que sean bendecidos y se vuelvan un canal de salvación para otros.” Jucimara resalta además que, a pesar de que las herramientas pedagógicas sirven de apoyo, lo que garantiza el éxito del trabajo es la prédica pura y simple de la Palabra de Dios. “Es claro que las amistades motivan, porque, en esa fase, necesitan vivir en grupos, necesitan sentir que son aceptados. Entonces, construimos ese puente para que se sientan acogidos y en familia. Así, van a crecer en comunión”, explica.
Es lo que ocurre en la escuela comandada por Dayara dos Santos Monteiro, líder del NQV en la sede de la IIGD en Natal, Brasil. Dayara, quien está hace cinco años frente al ministerio infantil, pudo acompañar el crecimiento y desarrollo de los jóvenes. “Llegan aquí y se hacen amigos fácilmente. Comienzan jugando y haciendo actividades, y así van creciendo juntos, formando lazos fuertes”, apunta la líder. “Hay casos de niños que se hacen amigos desde sus primeros años en la escuela. Y hoy, son más allegados, a veces, que con los hermanos”, afirma Dayara, apuntando una historia que la marcó. “Una niña, de 14 años, recibió un pedido de oración de la amiga, de 13, también de la escuela. La niña estaba triste, porque su mamá pretendía dejar la Iglesia. Para la gloria de Dios, esa familia se firmó en la casa del Señor, por medio del clamor de las dos.”
De acuerdo con la psicóloga clínica Jéssika Cardoso, la participación constante en las actividades de la Iglesia es importante para el desarrollo psicosocial de niños y adolescentes. “Todo ser humano es formado por una parte biológica, la psicológica, la social y la espiritual. Entonces, cuando un niño participa del ministerio infantil, además de abordarse cuestiones espirituales, también se trata lo social, algo que es fundamental”, evalúa la psicóloga, que es miembro de la sede de la IIGD en São Paulo. Reitera que la convivencia social dentro del templo contribuye para que los pequeños aprendan a relacionarse en sociedad. “Desde los nueve años, los niños necesitan identificarse con su grupo y, en la Iglesia, logran sentirse parte de él, a la vez que tienen buenas influencias, lo que auxilia en su desarrollo.” Jéssica destaca que hay un aumento de casos de depresión infantojuvenil, y los amigos pueden funcionar como una válvula de escape. “El aislamiento social agravó ese cuadro, entonces, si uno tiene un niño que no aprendió a relacionarse, la Iglesia puede ser de ayuda.”
Desempeño espiritual
Beatriz Barbosa Coentro, quien está hace siete años frente al NQV en Mato Grosso del Sur, cree que la mejor base para cualquier relación es la Palabra de Dios. “Generalmente, a esa edad, los niños se cierran, y nosotros necesitamos llevar la luz de Cristo hasta su pequeño mundo. La Palabra ha cambiado el corazón de los niños, y esa preciosa semilla cae en buena tierra y da muchos frutos”, destaca Beatriz. De acuerdo con la Mis Bia, como es conocida, la mayoría de los niños que llegan a la Iglesia son retraídos pero anhelan hacer nuevos amiguitos. “En las actividades de la escuela, siempre trabajamos la unión, porque como miembros del Cuerpo de Cristo, precisamos unos de los otros y, desde temprano, enseñamos eso a los niños”, asegura. Para Bia, la escuela es el inicio de una jornada con Cristo. “En el mundo, donde el enemigo presenta tantas opciones seductoras para niños y adolescentes, la escuela bíblica es una herramienta de extrema importancia para el desempeño espiritual de cada uno. Un proceso esencial para afirmar sus primeros pasos, hasta que puedan caminar espiritualmente por sus propios medios.”
La propia Beatriz empezó a frecuentar la Iglesia aún de pequeña, con la familia. “Entonces, hice una amistad que conservo hasta hoy. Nos tornamos profesoras juntas, presencié su casamiento y vi sus hijos nacer –una historia más que nació en una escuela.” La líder del NQV de Mato Grosso del Sur recuerda que la pandemia de covid-19 contribuyó al aislamiento social de los niños. “Necesitamos prestar atención a su lado emocional y espiritual, porque, a pesar de que nuestra Iglesia estaba abierta y funcionando, las escuelas y los comercios no lo estaban, entonces, muchos se confundieron”, explica la profesora Bia, que notó un fortalecimiento después el período crítico de la pandemia. “Los niños se fortalecieron en Dios y se volvieron pequeños discípulos de Jesús, orando por los amiguitos y dándoles sostén a través de la Palabra.”
Uno de los niños de la profesora Bia es el pequeño Moisés Akio Dias Toma, de ocho años. Moisés perdió el padre, víctima de la covid-19, y fue amparado por todo el equipo infantil de la IIGD en Campo Grande. “La escuela me ayudó mucho cuando mi padre se fue al Cielo. No me sentí solo. Mi mamá, mis amigos y profesores de la Iglesia estaban conmigo”, recuerda el niño. Su mamá, la profesora Laura Dias Vargas, de 42 años, concuerda con el niño. Para ella, la convivencia en la Iglesia, principalmente en el departamento infantil, auxilió mucho a su hijo a pasar por el luto. “En ese período difícil de nuestra vida, encontró consuelo en el grupo NQV. Las profesoras lo acogieron y le dieron el apoyo que necesitaba”, asegura. De acuerdo con Laura, los amigos fueron esenciales en ese proceso. “Hizo más amigos y creció espiritualmente. Fue imprescindible el apoyo del ministerio infantil para que él entendiese y aceptase los planes de Dios para nuestra vida. Moisés pudo entender que la muerte es apenas un pasaje y que, aunque nos doliera intensamente, podríamos seguir adelante”, se emociona la mamá del niño.