Oración del Patrocinador – 51
“¡Este es el Dios al que servimos!”
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LA OBRA REDENTORA
SUFICIENTEMENTE CERCA – Antes de que Jesús viniera al mundo, para derramar Su sangre a favor de aquellos que vendrían a Dios a través de Él, estábamos sin esperanza y entregados en manos del diablo. Con la muerte de Cristo, nuestra suerte cambió y se restableció la comunión con el Padre: Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. (Efesios 2:13). La verdadera obra del Señor es muy fácil de realizar; solo necesitamos presentar este versículo a los pecadores para que puedan estudiarlo y se acerquen más a Dios. Sin embargo, si acudimos a ellos para predicarles religión o condenar su comportamiento, ni siquiera nos escucharán. ¡La salvación ocurre paso a paso!
REDENCIÓN ETERNA – La muerte, naturaleza de Satanás, reinó en la tierra del pecado de Adán hasta la Ley de Moisés, la cual era severa y no cambiaba la vida de nadie. Llegó como paliativo, hasta que Jesús nació en el mundo. Mientras reinara esta Ley, quien cumpliera las reglas, mandamientos, estatutos y juicios pertenecería a Dios. Con la obra de Cristo todo fue cambiado, y ahora todos pueden ser salvos: Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (Hebreos 9:11-12).
CONCIENCIA PURIFICADA – Después de la muerte de Jesús, por orden celestial, cesaron en Israel los sacrificios que se realizaban porque todavía no había otra forma para que las personas fueran purificadas de sus iniquidades. Los sacerdotes sacrificaban animales y, con su sangre, cubrían los pecados del pueblo. Sin embargo, la obra vicaria del Hijo de Dios trajo salvación, eliminando las transgresiones de aquellos que quieren caminar una vida nueva con el Señor. Miren lo que sucede ahora: ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos 9:14).
CON AUDACIA – En el Antiguo Testamento, nadie podía entrar al Lugar Santísimo para decir oraciones, para ser perdonado o interceder por amigos y otras personas. Solo el sumo sacerdote hacía esto una vez al año. Sin embargo, ¡la historia ha cambiado! Debemos tener valentía para entrar en el Lugar Santísimo, como dice la Palabra: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne (Hebreos 10:19-20). Como el viejo camino ya no sirve, necesitamos tomar este Camino nuevo y vivo que Jesús consagró a través de Su carne. ¡Por eso, atrévete a recorrer este camino santo, donde el Señor espera que estés siempre!
ELEGIDOS POR DIOS – Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas (1 Pedro 1:2). Los cristianos deben ser intrépidos y entrar al Lugar Santísimo para tener la más perfecta y completa comunión con Dios. Pedro habla más de los beneficios que nos trae la obediencia y la aspersión de la sangre de Cristo: Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 Pedro 1:3). Hemos sido engendrados de nuevo para una comunión viva, donde podemos disfrutar de las bendiciones prometidas en la Biblia. Esta comunión operará en todo nuestro ser, y no solo en la mente. La resurrección del Señor nos premia con todo tipo de bendiciones para vivir en abundancia la victoria de Cristo. ¡Él es nuestra Paz!
PRECIOSA SANGRE – El Espíritu Santo continuó usando a Pedro para darnos mensajes importantes, preparándonos para una vida más productiva en todos los sentidos: Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación (1 Pedro 1:17). Somos más que vencedores en Cristo, cuando caminamos con temor –respeto– del Señor por todo lo que Él es y hace a nuestro favor. Así debemos proceder no solo después de la salvación, cuando la fe se revela y nos sentimos en plena juventud espiritual, sino también durante el tiempo de nuestra peregrinación hasta nuestros últimos días en la Tierra. Con la experiencia de tantas revelaciones y operaciones, nos convertimos en testigos del Señor. La Biblia dice: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata (1 Pedro 1:18). Escapad del modo de vida vanidoso, que os hace pensar solo en las cosas materiales. Después de todo, fuimos rescatados por algo más valioso que cualquier riqueza del mundo: con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:19).
CONDICIÓN PARA OBTENER LA VICTORIA – Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). Muchos cristianos viven confesando pecados y luego vuelven a caer. De hecho, no caminan en la Luz, aunque saben que Jesús es la Luz del mundo, ignoran que el término mundo no se refiere al horrible estado de las cosas que ocurren en todas partes, sino a la vida exitosa en la Tierra. Quien no tiene comunión con las personas, sino que las utiliza para satisfacer sus deseos, debe buscar al Señor en la Palabra. De esta manera tendrá comunión con elprójimo, ya que será purificado por la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¡Lección enseñada! ¿Será que también fue aprendida?
En Cristo, con amor,
R. R. Soares