Un año nuevo de bendiciones
Test – Diciembre – 2023
COMPATILHE
DE REGRESSO A LA CASA DEL PADRE
Rose sufrió una depresión antes de establecerse definitivamente en el Señor.
Carlos Fernandes
Muchas personas buscan al Señor en sus momentos de angustia, pero no siempre de la manera más adecuada. Desean las bendiciones del Padre, pero evitan un mayor compromiso con Él y la fe cristiana. Esta fue la experiencia de la estudiante y ama de casa Rose Ariane Paiva Uchôa. Aunque ya conocía los caminos del Señor y la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios, no pudo establecerse. “Recibí una ‘pequeña bendición’ y pensé que ya no necesitaba a Dios”, recuerda. Rose incluso comenzó a participar en campañas de oración, pero nunca perseveró con el propósito establecido. “Escuchaba relatos de milagros que ocurrieron en la vida de otras personas y no creí que fuera real”.
Hasta que, hace unos cuatro años, empezó a sentirse espiritualmente oprimida. “No quería creer que me estaba pasando a mí”, admite. “En 2019 caí en una profunda depresión”. Aunque todavía era joven, la vida perdió su brillo. “Sentía un vacío y la cabeza comprimida. Dormía la mayor parte del día”. Rose consultó a varios médicos y tomaba medicamentos, pero su condición no mejoraba. “La desesperación aumentó cuando comencé a pensar en el suicidio y me di cuenta de que no podía encontrar placer en nada”. Fue entonces cuando recordó los mensajes escuchados en la Iglesia, que antes no le decían mucho. “Comprendí que solo Cristo podía salvarme de ese sufrimiento”.
Unos tres años después del inicio de ese proceso depresivo, Rose tuvo un sueño. “Una tarde estaba en la cama, todavía deprimida. En ese sueño Dios me dijo que me liberaría”, cuenta. Entonces sucedió algo diferente: “Sentí ganas de volver a la Iglesia”. Y esta vez, en cambio, como si fuera una criatura nueva, Rose comenzó a involucrarse, como nunca antes, en las reuniones y propósitos de fe y milagros. “Entonces ahinqué mis pasos en Cristo, e inmediatamente el Señor me dio la oportunidad de ser bautizada”. Desde entonces, Rose se ha sentido liberada de los lazos espirituales y emocionales que la retenían. Ella y su familia (su esposo, Bruno y y su hija, Mirela) congregan en la Iglesia de la Gracia, en el barrio de Asa Branca, en Boa Vista (Estado de Roraima, Brasil). “Hoy me siento fortalecida en la fe y tengo una gran alegría de tener comunión con mis hermanos”, afirma.