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NUEVO ALIENTO DE VIDA
Después de 16 días en el hospital, Sibele Barcellos quedó sana de covid-19
Viviane Castanheira
«El Señor me ha dado otra oportunidad». Así describe Sibele de Melo Barcellos, de 26 años, su experiencia tras enfrentarse al nuevo coronavirus. Los primeros síntomas aparecieron en marzo de 2021, cuando la autónoma regresaba de una reunión en la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios (IIGD). Con mareos y fiebre alta, se hizo una prueba rápida y la prueba fue negativa para covid-19.
Aliviada, Sibele utilizó analgésicos y antipiréticos, pero sintió dolor e incomodidad en los músculos. Ante la afección, realizó una nueva prueba que confirmó la infección por coronavirus. Su condición empeoró, ya que sintió falta de aire y le llevaron al hospital. “Incluso con oxígeno, mi saturación alcanzó el 91% y no aumentaba. Ya no podía ponerme de pie”, relata la profesional liberal, quien fue trasladada al hospital.
Sibele empeoró: “Me bajó la presión arterial. No podía comer ni respirar bien. Un pequeño esfuerzo para intentar levantarme hizo que mi saturación cayera al 30%. Pensé que iba a morir”, recuerda. Según la Sociedad Brasileña de Neumología y Fisiología (SBPT), la mayoría de las personas necesitan un nivel de saturación de al menos 89% para mantener sus células sanas. Sin alternativas, los médicos decidieron intubar Sibele. Sin embargo, antes del procedimiento, pidió permiso para ver a su mamá, el ama de casa Simone Viegas de Melo, de 53 años. Acompañaba a su hija al hospital, ya que el esposo de Sibele, Eduardo Barcellos, se encontraba aislado. “Tomé la mano de mi mamá y ella me tranquilizó: ‘Hija mía, saldrás victoriosa de esto. ¡Mantén la calma!’. En seguida, me desmayé”, relata la autónoma, que permaneció en coma, intubada durante cinco días.
Mientras tanto, Simone reunió a amigos, familiares y pastores para orar por Sibele. “Clamábamos mucho. En todo momento, Dios me sostuvo. De esa manera pude ayudar a mi hija”, testifica la mamá, quien también estaba infectada, pero no presentaba síntomas.
Las oraciones fueron respondidas y Sibele comenzó a responder al tratamiento. “Solo puedo agradecer a Dios. ¡El Señor salvó a mi hija!”, se emociona Simone. “Fueron necesarios 16 días de lucha. Cuando me desperté y me di cuenta de que todavía tenía una sonda conectada a varios dispositivos y usaba pañales, me emocioné”, explica. Sibele vio el cuidado divino también a través del afecto de un profesional de la salud: “Dios es tan maravilloso que usó a una enfermera para hablar a mi corazón. Escribió en la ventana del dormitorio: ‘Dios es bueno todo el tiempo’. Eso me dio un nuevo ánimo”, dice. Hoy, casi un año después del evento, Sibele confía cada vez más en el Señor. “Todos apoyaron mi causa y mi familia se mantuvo firme en la fe. Pastores, ancianos y hermanos formaron una hermosa cadena de oración. Ellos no desistieron de mí, y por ellos tampoco me rendí. Soy un milagro y glorifico Su Nombre”, testifica Sibele.