Test – Enero – 2022
Cinturón negro en la fe
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ALEGRÍA INEXPLICABLE
Unidos, José y Lídia vencieron al covid-19
Viviane Castanheira
Cuando se casaron y se comprometieron a estar juntos, José Elias de Carvalho y Maria Lídia Soares no solo cumplieron las formalidades de una ceremonia, sino que también asumieron un compromiso afectivo a ser honrado a lo largo de sus vidas. Sin embargo, lo que no sabían es que, tal como prometieron en sus votos matrimoniales, además de compartir buenos momentos, también enfrentarían juntos una grave enfermedad.
En febrero de 2021, José fue diagnosticado con covid-19 e inició el tratamiento recomendado por el médico. Al día siguiente, su salud se deterioró y fue hospitalizado. “Ya tenía alterada la saturación y la presión; ya no podía estar de pie. Volvieron a hacer los análisis y dijeron que si tenía fe, debería comenzar a orar en ese mismo momento. La falta de aire solo aumentó, y me pusieron en el oxígeno”, cuenta José, quien de la noche a la mañana tenía el 70% de su pulmón infectado y fue llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos.
Durante el mismo período, Maria Lídia se sintió mal y fue hospitalizada. “Me desperté a las 3 am con apnea. Ya no podía respirar y mi presión arterial cambió”, recuerda. El análisis salió positivo por el nuevo coronavirus y le pusieron en el oxígeno.
En casa, los hijos de la pareja, Gabriela Soares de Carvalho, de 30 años, y Fábio Soares, de 17, vivían una mezcla de desesperación, preocupación y, sobre todo, esperanza. “Tenía miedo”, dice Gabriela, que inmediatamente pidió oración a familiares y miembros de la Iglesia de la Gracia.
Mientras los niños intercedían en casa, Maria Lídia y José clamaban por sanidad en el hospital. “Oraba por mí, por mi familia y por los profesionales de la salud. Estaba seguro de que saldría de allí”, dice el jubilado. Como José, Maria perseveró en la fe. “Asistía a los servicios en mi celular y escuchaba las oraciones que me enviaba mi pastor”, recuerda la representante de ventas.
El Señor escuchó los clamores de Sus siervos y el milagro comenzó a suceder. El 19 de febrero, los médicos dijeron que el alta de Maria dependería de los resultados de sus análisis. Desafortunadamente, los informes mostraron anomalías, pero ella reprendió el mal. “Les pedí que retomaran los exámenes. Sentí que me iba al día siguiente”. Maria tenía razón. En vista de los resultados de los análisis clínicos, recibió el alta médica. “Clamé, y el Señor escuchó nuestra petición y la de nuestros amigos”, se emociona Maria, quien, tras ocho días de hospitalización, fue liberada. Sin embargo, José aún necesitaba cuidados especiales y permaneció en el hospital. “Empecé un propósito de oración, determinando que se iría en febrero”, dice su esposa.
A ojos humanos, esto sería imposible, ya que José permanecería en la UCI y sería intubado. “El día que me iban a realizar este procedimiento, comencé a mejorar. Fue algo maravilloso, porque me estaba recuperando de manera milagrosa”, recuerda. Estuvo hospitalizado 27 días y fue dado de alta el último día de febrero, según creyó Maria Lídia. “Mi hija fue al hospital para quedarse con él y me llamó diciendo que su padre había sido dado de alta. Mi esposo y yo no tenemos secuelas, porque el Señor nos cuida”, enfatiza la representante comercial. “Cuando salieron del hospital fue una alegría inexplicable. Le dimos muchas gracias a Dios y le seguimos dando las gracias”, concluye Gabriela.