“Empecé a clamar al Señor que me sacara de este infierno”
Bendita paternidad
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PROGRAMA BENDITO
Fernando y Flávia fueron sanados del covid-19 orando con el Dr. Soares
Viviane Castanheira
Es doloroso para el Pr. Fernando Neves Fray y su esposa, la trabajadora autónoma Flávia Souza de Lima Freire, ambos de 45 años, recordar los días angustiantes vividos en 2021 sin emocionarse. Los dos fueron infectados por el nuevo coronavirus y desarrollaron una de las formas graves de la enfermedad. El esposo y su mujer tuvieron 50% y 75% de los pulmones comprometidos, respectivamente, y vivieron momentos delicados, pero dieron testimonio de la intervención milagrosa de Jesús.
Fernando fue el primero que presentó los síntomas y se le constató la enfermedad. Después de recibir servicio médico, se quedó en casa bajo los cuidados de la esposa. Sin embargo, en pocos días, el cuerpo de Flávia comenzó a indicar que algo no estaba bien. “Empecé a sentir mucho dolor en la espalda, a la altura de los pulmones”, relata, y por eso fue llevada a urgencias. “Los doctores no me hicieron la prueba del covid-19, porque mi saturación estaba normal. Creyeron que se trataba de una gripe fuerte, y entonces volví a mi hogar”. Dos días después, Flávia empeoró. “Sentía un cansancio extremo y no podía levantarme sola”, cuenta. Entonces, desarrolló síntomas semejantes a los del esposo.
“Sentíamos falta de aire, teníamos tos y una fiebre persistente, y no podíamos comer nada”, recuerda el pastor de la Iglesia de la Gracia en Valença (ciudad del interior de Río de Janeiro, Brasil). A pesar de encontrarse debilitado, tuvo que encontrar fuerzas para ayudar a la esposa. Debido a que el cuadro se agravó, Flávia se realizó la prueba, que confirmó la infección viral, y le tuvieron que suministrar oxígeno: “El médico me preguntó si yo creía en milagros, y le contesté: ¡Así es y sé qué no voy a morir!”, recuerda. Recibió los primeros servicios en esa unidad, pero, por falta de vacantes, debió ser transferida a otro hospital.
La rápida evolución de la enfermedad en la familia y la noticia de la internación de Flávia desestabilizaron a los hijos de la pareja. La estudiante Giovana, de 19 años, debió ser consolada por el hermano, João Vitor, de 26: “Él me prometió que ninguno de los dos moriría. Mi padre salió de la emergencia visiblemente decaído, casi sin rumbo y sin fuerzas”, destaca la joven. A pesar del golpe, el primogénito confiaba en la intervención divina. “Sentía un pesar en el corazón, pero sabía que el Señor los guardaría. Le pedí a Dios calma. Entonces, entendí que esa enfermedad no había venido para causar una muerte, sino para que el Nombre del Señor fuese glorificado”.
Mientras la familia usaba la fe, Flávia luchaba por su vida, declarando la Palabra. “Fueron seis días de sufrimiento, sin embargo, me aferré al Salmo 91, que nos orienta a no temer a los terrores nocturnos, pues, por la noche, era cuando más sentía la falta de aire, aun cuando recibía oxígeno”, recuerda.
En su casa, Fernando también vivió momentos difíciles. “No podía levantarse solo, no quería comer y tenía dificultades para dormir. Temía que mi papá tuviera que ser internado y que mi mamá no saliera del hospital”, confiesa la estudiante.
Mensaje de esperanza
Durante ese período, el pastor asistía al SOS de la Fe, y eso lo fortaleció. “Clamaba con el Dr. Soares”, enfatiza. En la unidad de salud, Flávia también seguía los programas del líder de la IIGD. En una de las reuniones, el Dr. Soares oró por la esposa de un pastor que estaba internada con covid-19. “En ese momento, determiné, con el Dr. Soares, que esa oración era para mí y que, en Nombre de Jesús, sería sanada y saldría de allí pronto”.
El milagro aconteció. El domingo, Fernando se entristeció porque no podría estar en la Iglesia para la celebración de la Cena del Señor. Sin embargo, acompañó el memorial por la TV. Durante el culto, oró y declaró la sanación. “Dios me dio la palabra de Job 22.28: Asimismo se realizará lo que tú determines, y sobre tus caminos resplandecerá la luz. Le dije a mi hija: Tu mamá estará en casa mañana”, profetizó Fernando. A los ojos humanos, Flávia no tenía chances de recibir el alta ese día. Sin embargo, el Señor estaba realizando la obra: “La médica dijo que los pacientes cuyo examen de sangre estuviese normal y que pudiesen respirar sin auxilio, podían irse a casa. Por mi fe, empecé a preparar mis bolsos. ¡Cuándo la especialista volvió con los resultados y dijo que yo estaba liberada, glorifiqué a Dios en voz alta!”.
La salud de Fernando y Flávia fue restaurada. “Vencimos esa batalla en Nombre de Jesús”, resalta el predicador. “Dios me sacó del valle de la sombra de la muerte. Soy grata a Él por lo que hizo en nuestras vidas. Después de todo lo que pasé, volví a alabar al Señor”, concluye Flávia.